lunes, noviembre 20, 2006

Los últimos días: Requiém por Ana

Ella había incursionado en tres universidades y tres ambientes distintos, en dos carreras distintas. Se había casado con el derecho hace cinco años para posteriormente comprender que él no era el amor de su vida y decidió abandonarlo. Desolada, como sucede con cualquier divorcio, declaró su amor a la carrera de comunicación y procreó de esa unión al periodismo al que se dedicó en cuerpo y alma, primero en un diario local y posteriormente en dos revistas, las cuales la llevarían a conocer el rigor y el desgaste que implica dedicarse a este oficio ingrato para muchos, apasionante para otros.

Estudiando la carrera de derecho había salvado una vida nonata, había conocido los encantos alucinógenos de María, se había enamorado sin ser correspondida. Entendió que ejercer leyes no era su vocación. “¿Estás segura que puedes echarte todos estos libros gruesos y aburridos?” le cuestionaba incesante su padre, ella solo se limitaba a responder que si a todo sin terminar de visionar un futuro poco promisorio en esta carrera.

Alguna vez leyendo “El Alquimista” entendió como la vida puede llevarnos por distintos senderos si se toma una decisión sea correcta o incorrecta y que cada uno escribiría un relato con personajes distintos en diferentes escenarios y circunstancias, similar a los senderos que se bifurcan de Borges. “Todo en la vida es una decisión” declaró el primer día de clases un entrañable profesor de administración. “Los sueldos en los medios son raquíticos, uno no sale del vocho ni de la combi” aseguraba otro catedrático metido de lleno en periodismo. Sin desalentarse, entendió que su vida estaría dominada por la palabra escrita.

Después de dos años de prolífica actividad, tuvo que enfrentarse a ese antiguo adversario que en tantas ocasiones la había llevado al abismo: los números…no pudo ganar la batalla, no pudo cumplir con su misión de arrojar el anillo a las siniestras tierras de Mordor mientras “Gollum” se encargó de terminar de morder sus esperanzas. El mundo parecía más pequeño a partir de ese entonces, los días parecían haber perdido ese resplandor de alegría que alguna vez vislumbró. Con el corazón hecho pedazos emprendió su aventura en otras tierras donde nunca imaginó caer: un nuevo patio de juegos, Alicia en el país de las antimaravillas.

“Otro día en el paraíso” pensaba ella a diario al levantarse por las mañanas, “ya solo faltan unos cuantos meses, unas semanas, unos días…” sentía su estancia como una pena capital. A raíz de su cambio descubrió una llave mágica que se obtiene a base de trabajo y tiempo, de una puerta que la conduciría a otro sendero: el mundo de la superficie donde habitan los humanos. La sirena se dispuso a nadar hacia aguas nuevas llamadas Morelia, Guadalajara, Guanajuato, Monterrey o Distrito Federal. Encontró caras famosas, hombres con la palabra amor tatuada en la cara, hermanos de oficio, un patio de juegos distante y precioso que solo estaría dispuesto a abrirse en determinadas temporadas del año.

Recordaba como antaño en la adolescencia sufría los efectos de la timidez, las largas horas de soledad en lugares concurridos ¡quien imaginaría que con el transcurso de los años platicaría con personajes de nombres como Carlos Carrera, Guillermo Anaya, Xavier Esteinou, Patricia Mercado, Pedro Valtierra, María Rojo y hasta Oliver Stone! Esa niña que alguna vez soñó en convertirse en alguien de provecho, que rezó para que Dios escuchara su plegaria: en convertirse en una geisha-artista, una geisha que ejecutaría con pasión el arte del periodismo…

Y ahora, han pasado cinco años, y el cronometro marca la cuenta regresiva: las horas bailan el último vals. Como los esclavos israelitas liberados por Moisés deseaba no desesperarse y malgastar ese regalo llamado libertad, libertad de utilizar su tiempo sin represiones escolares, sin Hatsumomo de por medio. Está por iniciar el primer año del resto de su vida, desea seguir escribiendo, seguir laborando en pro de la comunicación. Quizá Europa se convierta en su próximo destino, quizá Guadalajara, no lo sabe aún…la vida había sido amable con ella, no tenía nada que deberle, estaba en paz con ella.

jueves, noviembre 09, 2006



Pa que vean como estábamos bien acompañadas después de una larga jornada jaja.


Doce años después del levantamiento de armas en Chiapas, una generación de niños que antaño jugaban y desconocían las palabras “guerra”, “injusticia” y “anarquía” se arremolinaban en la Facultad de Ciencias Políticas de la UAC de Torreón Coahuila. Estos niños convertidos en adolescentes acudían al llamado del hoy conocido como “Delegado Zero” donde evidenciaban su rebeldía contra el sistema con su apariencia neohippie: cabellos desaliñados, playeras con la imagen del “Che” y piercings que colgaban de su piel

Una noche antes amenazaba un frente frío, la tarde siguiente del incipiente otoño mostraba su mejor cara. Provocaban nostalgia las notas musicales que remitían a los auténticos tiempos de la protesta antes de que la fotografía de Ernesto Guevara fungiera como un simple estampado de las prendas de vestir más modernas.

De la tarima emergió la figura de Sebastián Guillén Vicente, mejor conocido como “Subcomandante Marcos” acompañado de su equipo conformado por jóvenes mexicanos y europeos. Los chicos se apresuraron a conseguir el mejor ángulo para la vista y la fotografía. Aquella imagen que tomó por sorpresa a los medios de comunicación en 1994 hacia su aparición en su carácter de “showman”con su clásica vestimenta: pantalones holgados, botas militares, pulseras de chaquira estilo huichol , la inseparable pipa y el pasamontañas donde se asomaba una mirada café que ha visto pasar en la silla presidencial a tres mandatarios distintos e irresolutos a sus demandas. Dispuesto a escuchar las de los laguneros, Marcos visitaba por vez primera las áridas tierras de Torreón para promover su “otra campaña”.

Como bienvenida auditiva se entonaron las notas rurales de la canción cardenche, las últimas voces de Sapioriz Durango. “Esta es una canción de amor que esta dedicada para Rita”, decía el conductor del evento. “¿Por qué solo una canción?”, Marco estaba ávido porque siguieran penetrando en sus oídos esos cantos en peligro de extinción.

Acto seguido las voces quejumbrosas manifestaron sus inconformidades. Marcos sacó una libreta “Urman” y un bolígrafo para tomar nota. “El sistema educativo está muriendo de inanición”, decía un estudiante de la facultad. ¡Atenco vive!, la lucha sigue!, a pesar de la distancia geográfica el problema no estaba exento para los habitantes del norte.“¡Muera Ulises Ruíz!, ¡Ni PRI, ni PAN ni PRD la otra campaña contra el poder!” fueron algunos de los clamores que expulsaron las gargantas de los manifestantes. De igual forma tomaron la palabra quienes se quejaban de la intolerancia hacia los homosexuales y las víctimas de las emisiones de tóxicos de la empresa metalúrgica Peñoles.

Los ánimos de la concurrencia se exacerbaban, deseaban escuchar al único rebelde surgido en los últimos años. Era su turno de tomar el micrófono. Hizo mofa de un panfleto que se oponía a su visita tildándolo de subversivo: “Comunismo-satanismo-Marcos es lo mismo”. Haciendo alusión a sus faltas de ortografía ironizó:” No se escribe Trotsky con Z, ni Cuba con minúscula; en esta foto de hace diez años me veo bien chido, el que hizo esto debería regresar a la primaria”.
Después de que la figura encapuchada descendiera, estudiantes y periodistas se aglomeraron a su alrededor. En pos de una nota, los reporteros se apretujaban con sus cámaras y grabadoras cuales mamíferos a la espera de un hueso. Marcos emitiendo unas cuantas declaraciones se introdujo de inmediato en su camioneta azul oscuro. Algunas jóvenes frenéticas, se acercaban y gritaban “¡Te amo!” cual si fuesen groupies tras Luis Miguel.

La siguiente parada sería el ejido Lequeitio ubicado por el municipio de Francisco I. Madero, al norte de Torreón. ¿Cómo llegar hasta aquel lugar?, abordando súbitamente un autobús de la Universidad coorganizadora “Antonio Narro”. La emoción vespertina se tornaba desafío por los minutos que había por vencer de camino.

“Bienvenidos a Lequeitio” rezaba su letrero para los foráneos que llegaban una hora más tarde por las calles sin pavimentar. El polvo sopló en la cara, se introdujo en el cabello, la ropa. La modesta plaza que fungiría como escenario se encontraba con una escasa concurrencia, mayormente de edad madura que enarbolaban banderas donde evidenciaban su simpatía por el comunismo; resaltaba el semblante de Emiliano Zapata plasmado en una manta. “Ya casi llega el sub, no se impacienten”. Decía una voz que intentaba motivar a las pocas almas en espera al arribo de Marcos como si se tratase del Mesías. El escenario tenía la apariencia de un pueblo fantasma: casas de adobe, escasa vegetación, silencio pululante. Solo las risas de algunos de los asistentes lo rompían.

Una luna llena luminosa se posó en medio del firmamento sin la intromisión de los nubarrones citadinos. El autobús marca VIP con grafitis alusivos a Oaxaca, Atenco y la lucha armada se asomó entre las sombras de la carretera. El delegado Zero subió al modesto kiosco de lámina, instalado con una mesa cubierta por un mantel a cuadros donde nunca se sentó. Una niña tomó el micrófono, que sin poder ocultar su nerviosismo y entusiasmo dio la bienvenida al subcomandante. El discurso se tornó emotivo, doloroso, elocuente: una mujer estalló en llanto al manifestar las injusticias del Seguro Social: “Perdonen ustedes, pero es injusto la forma en que nos tratan. No nos quieren dar incapacidades en el trabajo y cuando vamos al Seguro nos dicen que volvamos un mes o dos meses después”, exclamaba con la voz entrecortada y las lagrimas brotándole del corazón.

Un viento fresco envolvía la noche, los ejidatarios reclamaban la especulación de terrenos y el desperdicio de agua por la cuenca lechera de LALA. Externaron su repudio contra ese personaje cuya reforma al artículo 27 de la Constitución terminó por arruinarlos: Carlos Salinas de Gortari. “En cualquier lugar donde pasemos vamos a contar la historia de la Comarca Lagunera y de lo que están haciendo, no solo los de arriba sino como se esta organizando la gente de abajo para exigir sus derechos y ponerle nombre a quien les esta haciendo ese dolor y esa injusticia. Felipe Calderón va a caer, no va a terminar su sexenio”. Declaraba el showman sin cortapisa alguna.
La noche aguardaba para sentir la calidez rural en el ejido contiguo Las Mercedes. Los manifestantes disolvieron momentáneamente sus penas con tamales, leche y café negro cortesía de una casa vecina. Marcos permaneció en el interior. La misma luna que había atestiguado el mitin miraba desde las alturas a los comensales; algunos reían, otros conversaban y las anfitrionas con gesto hospitalario les servían de las ollas humeantes. Una hora más tarde los vehículos se dirigían de nueva cuenta a Torreón para pernoctar en las instalaciones de la Universidad Agraria Antonio Narro. Las horas de rebeldía se irían a descansar. Algunos soñarían con la revolución, otros intentarían materializarla al día siguiente.

La mañana soleada abrió sus parpados en el interior del gimnasio de la institución. Otro grupo de mujeres servía el desayuno: Café, leche, té, burritos, huevos, cereal, frijoles. Había comida para todos los gustos. El itinerario marcaba como siguiente destino la ciudad vecina de Gómez Palacio. Transcurrieron dos horas de espera en el exterior bajo un sol cada vez más inclemente pese a ser noviembre. Torreón se caracterizaba por su característico calor, los invitados lo detectaron de inmediato. Marcos arribo a las once de la mañana. Los asistentes le solicitaban fotografías, autógrafos, opiniones. Un par de chicas que lo habían seguido desde la tarde del sábado posaron a sus costados para una foto que en algunos años seguramente valdría oro: “Podría quedarme aquí todo el día”. Contestó el subcomandante.

Con una mayor convocatoria el Teatro Manuel M. Alvarado se conglomeró de campesinos, medios de comunicación ausentes la noche anterior y decenas de curiosos. En la entrada el equipo de “La otra campaña” extendía su manta para vender los souvenirs: calcomanías, playeras, figuras, revistas. “Es para la causa”, argumentaban.

En pleno noviembre, el aire acondicionado soplaba en los interiores del recinto. Las nuevas reclamaciones no tendrían diferencia alguna a las que Marcos había escuchado en otras regiones del país: abusos, injusticias, prepotencia. En su antigua amiga de papel, la libreta “Urman” plasmaría la desesperanza de los gomezpalatinos. Sentado en una mesa sobre el escenario, no habría obra de teatro que presentar, la obra sería la realidad misma. Los ánimos se tornaban candentes: “¡Muera Carlos Salinas!”, “¡Viva la APPO y el Subcomandante Marcos!” gritaba eufórico un anciano sentado en las primeras filas, el público vitoreaba. Se dedicó un minuto de silencio por los caídos en Chiapas y Oaxaca. Las notas del himno nacional darían la despedida al subcomandante por pisar las tierras de las que había declarado la noche anterior que sus habitantes eran los más chingones.

La caravana zapatista dirigía su mapa hacia la tierra de los alacranes y los chili westerns: Durango. “¿Por cual carretera se llega?”, preguntaba una de las chicas rubias del equipo. Los integrantes de los medios repetirían la misma operación de la tarde anterior: perseguirían a Marcos por una declaración reveladora hacinados en las afueras de los camerinos. Al día siguiente cada uno publicaría su ángulo de la noticia. Mientras algunos aprovecharían para expeler su rabia ante su negación a otorgar entrevistas exclusivas, otros redactarían simples crónicas.

Los 15 minutos para Chiapas se convirtieron en horas, días, meses, años, seis años…Oaxaca asume su puesto como campo de batalla. Tres mandatarios se han retirado sin remordimiento alguno y un hombre de identidad desconocida promueve el lado alternativo de la política, la rebeldía ante el sistema y el hastío de los pueblos indígenas con la esperanza interna de no perder el estatus de icono que adquirió hace más de una década. México está necesitado de nuevos y auténticos líderes. ¿Podrá Marcos interrumpir otro periodo de demagogia y concretar el ansiado sueño de la utopía y la fraternidad? Esperemos no pasen otros tres sexenios para saberlo.


Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

              ACERCA DE LA CRÓNICA BICITEKA DE GEORGINA HIDALGO VIVAS                                                                     ...