Alguién, cuyo nombre omitiré, escribió esto para mi. A ver que les parece.
Los adioses abruptos al filo del alba
presagian tormentas irremediables,
interrumpen el lento flujo del mar
hacia los remansos de las playas.
La ola no fluye, se estanca quieta
y un Hombre Viejo permanece inmóvil,
viendo desde su altura la espuma
diluida en neblinas tormentosas.
La Sirena sale a peinarse de noche
y presiente las huellas del marinero.
Navega entonces hacia el cardumen
donde palpitan gélidos corazones.
El Hombre Viejo ya no es pescador,
ya no arponea estrellas ni sirenas,
ni desciende del cantil para tender
sus redes de contornos peligrosos.
El Hombre y la Sirena se alejan
hacia el mar o hacia el océano,
perdidos ambos en la arena oscura
donde el mar disuelve sus vestigios.
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