sábado, febrero 20, 2010

El DFque

Esta tarde salí a la calle. Llevo 3 años y 1 mes viviendo en el Distrito Federal y hay cosas a las que he podido adaptarme y otras a las que no.

Por ejemplo, me siguen cagando la madre las multitudes y tener que hacer fila para todo, desde comprar boletos de metro y ni se diga de eventos masivos. Creo que uno de los mayores problemas de esta ciudad sigue siendo la sobrepoblación...¿cómo es posible que mientras Durango tiene 500 mil habitantes el Estado de México siendo más pequeño tenga la grosera cantidad de 14 millones?

Una de las cosas que me remite a mi infancia es el monumento a La Raza. Cuando mis papás solían traerme de vacaciones siempre llegábamos a la Central del Norte y teníamos que recorrer la avenida Insurgentes de norte a sur. En ese entonces la ciudad me parecía muy fría y no toleraba el clima. Mi primer verano aquí fue desconcertante con tantas lluvias y humedad cuando yo estaba acostumbrada a los calores intensos. He descubierto que el DF no es tan frío como parece, creo que el clima es hasta más agradable que el de Torreón, excepto por las lluvias impredecibles que hacen que todo se empape.

Ha habido otras cosas que he aprendido sobre la marcha: antes no compraba ni un mentado litro de leche y ahora he tenido que pagar rentas e impuestos a Hacienda (por cierto, tengo tres recibos sin declarar, ¡ja!) Lo que no está chido es cuando te enfermas y no hay quien te lleve al médico, ahí sí se pone gacha la cosa.
Pero, leyendo las crónicas chilangas del periodista Manuel Blanco, coincido con él en que el DF es una ciudad fascinante. No entiendo como es que hay tanta gente que ha estado aquí toda su vida y no ubica ciertos lugares o nunca los ha visitado, en el peor de los casos. Me ha sucedido que me dicen que conozco bien la urbe en el poco tiempo que he vivido en ella, mas bien me jacto de tener un agudo sentido de la orientación. Soy muy distraída y lo que me digan se me puede olvidar en 5 minutos, pero para ubicarme en algún lugar suelo tener una buena memoria espacial.

Otra cosa que no soporto es que la gente se la pase divagando. Percibo que una gran cantidad de chilangos les da miedo decir o hacer las cosas de frente y prefiere darles la vuelta. Hay quienes me dicen: "es que eres muy directa por ser norteña". Eso no tiene nada que ver, sin embargo, por alguna extraña razón la gente de aquí prefiere las mentiras piadosas a decir las verdades, por duras que parezcan, pero al fin y al cabo verdades. Curiosamente, las personas más francas, y hasta un poco despiadadas, que he conocido han sido las mujeres ¿Será que por eso nunca he hecho una amistad íntima con alguna chilanga?

Hoy fui a comer al clásico Café La Habana. Estuve leyendo un libro de cuentos que me obsequió un amigo escritor de Torreón y mencionaba algunos iconos de por allá, desde el Canal del Sacramento hasta el bar de mala muerte "Imagina" ("Ivagina", le dicen) al que sólo acudí una vez. Me sentí como en un "déja vú", un güey a lo lejos no dejaba de mirarme, no lo pelé. En la tele pasaban un horrendo programa de TV Azteca. Aterricé en mi comida y el "aquí y ahora" del DF. Seguí comiendo.

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Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

              ACERCA DE LA CRÓNICA BICITEKA DE GEORGINA HIDALGO VIVAS                                                                     ...