viernes, junio 18, 2010

Otra publicada en Milenio el 17 de junio

Brian Eno en faceta de humorista

Con motivo de la exposición 77 millions of paintings, actualmente montada en el museo Anahuacalli, el genio de la producción musical ofreció una divertida master class que devino agresiva conferencia de prensa.

“¿No cree que la imagen que muestra en el museo forma una cruz suástica?” Cuando la sesión de preguntas y respuestas “cortas e interesantes” del público había concluido, una mujer tomó el micrófono para preguntar enérgicamente si los coloridos rectángulos que muestra Brian Eno en la exposición hacen alusión a la célebre insignia nazi, entonces una lluvia de abucheos y rechiflas cayó. “Por favor, no me pregunten qué significa tal o cual letra de los Talking Heads porque no les voy a responder”, había dicho Eno con anterioridad a los asistentes.

Como buen ateo e iconoclasta, el compositor inglés no pretende imponer ideologías en su faceta de artista visual. Para él, hablar de religión es una complicación innecesaria y buscar acepciones contrarias a su obra, también. “No me interesa un significado” fue la respuesta seguida de aplausos y evidentes rabietas de la espectadora que se apreciaban desde distintos ángulos del Teatro de la Ciudad donde se celebró su conferencia dedicada a desmenuzar su compleja obra.

El trabajo de Eno se conoce más como productor musical de artistas como David Bowie, Talking Heads, Coldplay y forjador del sonido moderno de U2 en sus discos The Unforgettable Fire, The Joshua Tree y Achtung Baby. Lo que quizá no todos sepan es de su formación académica como pintor, de la cual tomó elementos para crear un género musical llamado ambient con base en sonidos átonos, largos y atmósferas que formaran un espacio. “Para la gente que escucha sólo música clásica le es complicado entender el pop; era como tener una paleta con los colores tradicionales y después experimentar con una gama de colores que nunca habías visto antes”.

En el museo Anahuacalli, al sur del Distrito Federal, se exhibe desde el 23 de abril 77 millions of paintings, una instalación pictórica, no en sentido literal, sino un software con música ambient de fondo que proyecta en las paredes una serie de colores que cambian constantemente formando figuras, algunas casi imperceptibles. Su autor confesó que en ocasiones entra sigilosamente a las salas para conocer las reacciones de los espectadores. La mayoría se desconciertan o ponen cara de “¿qué es eso?”.

Desde su juventud Eno comenzó a experimentar con luces y practicaba el intercambio de música con sus amigos. Una de sus mayores quejas es que la música no se escucha con calma, siempre tiene que haber una canción acelerada y bailable que le proceda .Con base en sus primeros inventos musicales utilizaba los televisores para colocar prismas que emitían destellos y lucían “orgásmicamente maravillosos”. Como lo describió. “Desde entonces quería hacer música que fuera como un paisaje, no quería que fuera una estructura convencional como do-re-mi-fa, sino que creara un espacio y que resultara interminable. “Lo que hago no es como una obra arquitectónica, sino como un trabajo de albañilería”. Un ejemplo es su disco Music for the airports, el cual fue inspirado en Colonia, Alemania, tras una experiencia en que acabó escuchando accidentalmente en él una canción del grupo ochentero Boney M. “Para los aeropuertos es difícil escuchar buena música porque la gente está ocupada en sus asuntos o tiene que oír avisos importantes…pero escuchar a esa banda en particular fue horrible”.

Para describir la esencia de su música se puede utilizar la palabra en inglés “surrender”, que describe la forma en que el oyente puede abandonarse y dejarse llevar. “Para que estos elementos se complementen debe haber un balance entre fe, arte, drogas y sexo. Algunas religiones también utilizan estos principios como sus cimientos… pero no en el caso de la católica, con la fe y el sexo… a menos que seas un cura”, dijo irónico.

Pero lejos de la solemnidad que pudiera caracterizarlo, su peculiar sentido del humor y el traductor que constantemente cometía errores, parecía estar presenciándose más la imagen de un cómico que al cerebro maestro de las rolas más famosas de U2. El ingenio y el humor de Brian no se interrumpían por las preguntas rebuscadas y hasta abiertamente agresivas que algunos asistentes formulaban. ¿Qué más importaba si sus imágenes parecían rectángulos, suásticas o simples colores que causaban somnolencia? Finalmente uno solamente debía “abandonarse” como en una de sus interminables piezas. Como en una ensoñación.

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