Publicado el domingo 6 de junio en el suplemento dominical de Milenio
"El trabajo artístico tiene algo de exhibicionista: Jis".
"El trabajo artístico tiene algo de exhibicionista: Jis".
Miriam
Canales
Jis
“lo hace” de nuevo. Por esta ocasión se despoja de su mancuerna con Trino y emprende
un proyecto individual y atrevido bajo el título Sexo: A eso sabe la reina. (Editorial Sexto Piso, 2014). Un libro
que remite a una colección de fantasías, recuerdos y experiencias eróticas. Él
conoce el sabor de la soberana y aquí lo explica “como algo que ya se veía
venir”.
“Estas
son mis mañitas, lo que me gusta, lo que me excita y lo que pienso a la hora de
una puñeta. Era privado, pero ya es del dominio público; una cosa esquizoide”. Menciona
José Ignacio Solórzano (Guadalajara, 1963) caricaturista tapatío cuyo trabajo
es más conocido por diarios nacionales como Milenio
y poseedor de una imaginación muy singular distante de los cartones y humor
político cotidianos. “Sexo” se encuentra prologado por el artista gráfico
Abraham Cruzvillegas y editado por el ilustrador
Alejandro Magallanes.
El
sexo es “sucio”, el sexo es “pecaminoso”, el sexo vende, el sexo es gozo y
diversión. Jis conoce bien estos elementos y los converge entre la dualidad de
sentirse libre y pudoroso de manera simultánea como persona y artista. No
obstante, su material privado durante años se abre como una caja de Pandora resguardada
desde su etapa de juventud hasta la actualidad. “Aquí todo está enfocado a la
parte de la cogedera, el sexo, la agarradera, la gozadera del cuerpo”.
Ilustraciones
que datan desde inicios de los 80 donde se evidencia un trazo incipiente,
algunas otras extraídas de su diario y unas más de su presente como dibujante
consolidado bajo una técnica más profesional, conforman la obra. “Yo soy de
naturaleza tímida, pudorosa. Incluso, la expresión tiene esa cualidad que le
permite a uno mostrarse lo que es a veces en la vida. El trabajo artístico
tiene esto de exhibicionista y uno muestra sus obsesiones, mañas, fetiches”.
Explica tras nacer y críarse en una ciudad como Guadalajara, cuya sociedad se
estereotipa de religiosa y mojigata. Su mente y espíritu son más libres y desprenden
sus diablillos más allá de la represión.
No
se trata de un libro de humor, olvídense aquí de historietas como “El Santos”, “La
Chora Interminable” y otras afines, sino de un acervo de intimidades en que
presenta sus prácticas predilectas y situaciones de pareja en ambientes
estrafalarios. “Para mí ésta es una expresión de vivir el erotismo y la forma
en que me ha tocado excitarme, divertirme y obsesionarme con cuestiones
sexuales y en específico con la mujer.
“Otra
de las cosas chingonas en general del humano y en particular a la hora del sexo
es lo emparentados que estamos con los animales. Aunque nos sintamos elevados
somos muy primitivos y ellos también son elevados”. En estas páginas abundan zorros, conejos, perros
y hasta híbridos: “Esta es una fiesta de la cuestión humana, un carnaval de
formas. Entonces, para el monero es una herramienta, una tentación irresistible
hacer estas metamorfosis; es algo mitológico, de orgía, de fusiones y
significados que nos pueden ayudar a entender aspectos nuestros. Yo tengo gatos
en mi casa y adrede dibujo animales que no se sepan que son. También hay culebras,
changos, arañas, moscas”…
Su
pincel plasma por igual semen, saliva, fluidos vaginales y mocos: “Esto es mucho
de lo que yo he vivido en la sexualidad. Tiene que ver esta cosa del tímido-nerd
que está en su habitación masturbándose y teniendo deseos. La cámara es una muy
buena manera de representar esa cosa de estar viendo, de estar fijando”. Se
refiere a sus personajes que en repetidos cartones utilizan cámaras
fotográficas o se dedican a observar y espiar a otros durante el acto sexual”.
Otra
de sus aficiones vouyeristas era retratar a mujeres desnudas bajo su óptica como
fotógrafo e ilustrador: “En alguna etapa de mi vida sí llegue a tomar fotos
sensualonas con amigas o parejas, pero no todo lo que se ve ahí fueron tomadas
por mí. Soy un totalmente aficionado calenturiento. Muchas fotos las atesoro,
pero es mucho más difícil mostrarlas; me ganó una especie de escrúpulo al
presentar a las mujeres, por eso la mayoría están intervenidas”.
Aun
cuando el contenido es explícito, con imágenes grotescas y difusas de chicas
con quienes se ha involucrado íntimamente, Jis mantiene sus principios y es
consciente cuando puede dañar a alguien: “Hay una parte que yo mismo saqué del
libro porque era demasiado intima. En ese sentido no me considero tan
desvergonzado y valemadre como otros artistas que sí pueden llegar a extremos
muy fuertes como Robert Crumb. Me
impresiona realmente lo que veo en su capacidad para estar exponiéndose sin
ningún tipo de cortapisa, pone material que es de su vida íntima y que no se
toca el corazón ni con él ni con quienes participaron”. Quien escribe estas
líneas le comenta con ironía que Crumb no se toca el corazón pero sí las partes
íntimas y el bolsillo. Jis ríe en respuesta y aun así lo considera como uno de
los grandes ilustradores actuales de Norteamérica a quien admira.
Sus
fetiches personales son cosa seria: “Me gustan los pies y las mujeres descalzas
o dormidas como ‘La bella durmiente’, el goce femenino, me fascinan las colas. Me
excita la forma en como las mujeres pueden entrar en unos trances más poderosos
que los hombres; sus expresiones me recuerdan mucho cuando están en el orgasmo y
fuera de sí. Veo a las mujeres como seres más desarrollados sensualmente y eso
es muy fuerte”.
Como
un melómano incurable, la música es parte fundamental en su vida y aún más
tratándose a la hora de la carnalidad. Esta la adereza con bossa nova: “Depende
de la pareja, del momento y los ánimos. Puede quedar de todo, pero por ejemplo
el soul es muy evidentemente de
alcoba, pero sería mejor una música portuguesa. Me gusta la sensualidad, pero
también un buen techno pone en un estado frenético. Casi depende de por donde
le entres”. También sugiere recurrir a discos como The sensual world y Aerial
de su ídola Kate Bush y Woman de un
dueto canadiense llamado Rhye.
Inquiero
cuáles son sus posturas preferidas, que recomiende alguna para desarrollar y
otra para evitar. Jis reflexiona, hace un silencio largo y responde medio en
serio, medio en broma: “¡Recomiendo dejarse envolver por una mujer calamar!
(risas). Una que no recomendaría es pretender dominar a una mujer vampiro”.
Pero
tú no has tenido encuentros con mujeres vampiro… ¿o sí?.
Esteee…¡no
voy a mencionar detalles! (Ríe de
nuevo).
¿A qué crees que se deba que aquí en México
el humor de los caricaturistas no es tan directo con religión-sexo? Charlie
Hebdo sí lo hacía con los católicos. ¿Crees que en este país sí haya algún tipo
de pudor al respecto?
La verdad no le he dado muchas vueltas al
tema. Quizá acá estamos quedando a deber en provocaciones sexuales, blasfemias
o vulgaridades de verdad pesadas. Aunque acá hay varios caricaturistas
políticos muy aguerridos, y periodistas por supuesto.
Tu humor no es político, ¿pero entonces tú consideras
que hace falta quizá más osadía, más perversidad incluso para llegar a esos
mismo niveles de provocación?
No tengo idea. Cada artista debe hacer lo que lo que le apasione. Y si
lo que le apasiona a uno no es provocar, saldría muy forzado el asunto. El
humor tiene muchas caras, muchos tonos; implica diferentes tipos de búsqueda. Y
por supuesto una de las muy importantes es la provocación. Y cuando aparecen
tipos que lo hacen de forma chingona como Charlie Hebdo, qué maravilla. Pero no
debe convertirse en un imperativo. Eso sí, ojalá que a los genuinos
provocadores y artistas del reto y el desplante pesado no les gane el miedo,
porque los que estamos escondidos atrás de los arbustos tenemos puestas nuestras
esperanzas en ellos.
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