Ahora que Humberto Moreira ha decido dimitir de la gubernatura de Coahuila en la búsqueda del hueso mayor del PRI, no lo recordaré, como torreonense que soy, por su omnipresente imagen en los útiles escolares de los chamacos, ni por sus bailoteos estilo “Chuntaro style” ni por sus grandes orejas, ni siquiera por su divulgada protección a Los Zetas…sino porque alguna vez pisé accidentalmente a su ex mujer y primera dama del estado, Irma Guerrero.
Cuando Groucho Marx visitó México, también tuvo alguna vez un pequeño percance por un comentario malinterpretado y se ganó ser relegado a un rincón en una exclusiva recepción. Yo no llegué a tales extremos, pero sí obtuve la furia de la esposa de un gobernador antes de ser reemplazada por la ex reina de belleza, Vanessa Guerrero. Se divulgó sobre la supuesta infidelidad de ella y una golpiza que su marido le propinó. En Coahuila, los rumores de violencia marital corrían de boca en boca.
Por esas fechas, Torreón estaba próximo a celebrar su primera centuria como ciudad en septiembre de 2007 y un patronato conformado por algunos de los empresarios más acaudalados de la región se encontraba organizando el máximo mitote….con fondos públicos, municipales y estatales. El “gober bailador” no perdió la oportunidad para ganarse su confianza mediante una aportación millonaria, “100 millones por cada año cumplido”. Al final, ya no se celebró el cacareado partido entre Santos-Real Madrid ni la visita de los reyes de España a la ciudad, como alguna vez pretendieron, y el festejo mal organizado resultó un fiasco. Cualquier parecido con el bicentenario…
Una tarde de enero de 2006 me encontraba en un teatro local, el “Nazas”, para una reunión masiva del patronato en la que había logrado infiltrarme con el afán de buscar entrevistas para un reportaje. Moreira, en calidad de novel gobernador del estado, subió al pódium y tomó la palabra. Hizo algunos chistoretes sobre sus años como maestro en las regiones remotas de Coahuila que hicieron reír a los ricos del pueblo, se sentía honrado de ser uno de los máximos benefactores, como papá que se enorgullece de organizarle la fiesta de 15 años a su hija.
Al terminar el evento, traté de acercarme para hacerle una entrevista “banquetera”, pero las estrechas filas que conformaban las butacas del teatro y el tumulto alrededor, me entorpecían el paso. Finalmente pude acercar mi grabadora al gober ojiverde de orejas grandes e inquirí si su inversión mejor podía utilizarse en obras sociales prioritarias. Y él, mirándome muy fijamente, me reviró con que el presupuesto para ese año ya estaba minuciosamente calculado para los planes alternos del estado. Era tanta la gente hacinada en un espacio tan pequeño que se podían pisar-y hasta manosear-fácilmente, como metro chilango en horas pico.
Al llegar al lobby, se me acercó un individuo regordete y de traje gris. Titubeante, me preguntó para qué medio trabajaba y me comentó que la primera dama estaba sumamente molesta conmigo “por haberla pisado”. Arqué las cejas y le dije: “¿En serio, señor? No me di cuenta”. -“Es que ella me está pidiendo que vaya y le pida una disculpa. Yo entiendo que fue un accidente, pero ya sabe como son, por favor vaya”-“No se preocupe señor, en un momento más acudo con ella y le pido una disculpa”. ¿Acaso creen que lo hice? Desde entonces no he dejado de reírme de mi “accidente”, pero la suerte ya no le sonrió más a la pobre señora a diferencia de su ex marido cuyo poder, equivalente a su “sex appeal”, le hizo ganarse el corazón de la ex señorita Coahuila.
Poco después llegó el catastrófico caso de Pasta de Conchos, la violencia en la Comarca Lagunera y una celebración centenaria que hizo mucho ruido y pocas nueces…pero el ex gobernador considera que sus méritos bastan para alcanzar la presidencia de su partido. Sin embargo, la dinastía Moreira no abandonará Coahuila del todo. Ahora habrá que esperar la próxima llegada al poder de su hermano Rubén.
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