Publicado hoy en el portal de noticias "Eje Central".
La Feria de San Marcos en Aguascalientes dista en pleno siglo XXI de lo que solía ser una típica verbena popular: vendimia de chacharas y fritangas, bares VIP y el elemento principal: alcohol desmesurado. Los tiempos del intercambio de la cosecha en el céntrico mercado del Parián quedaron muy, muy atrás.
Llegué a la ciudad con resaca de sueño y de concierto de Lady Gaga, pero con ganas de seguir la fiesta. Decían que en la actualidad se trataba de “la cantina más grande de México”, de una gran bacanal que poco o nada tiene que ver ya con la conmemoración del santo patrono, salvo algunas reminiscencias como la coronación de la reina, espectáculos vernáculos, espacios artísticos y corridas de toros. Si le colocaran un techo sería un tugurio donde el dios Baco cantaría las rancheras al unísono.
Aguascalientes aún puede jactarse de ser uno de los rincones del país menos afectados por la violencia y por lo tanto, la celebración de dimensiones dionisiacas comienza libremente desde la tarde y culmina hasta el amanecer del día siguiente con alcohol vertido sobre el pavimento y música de mariachi y tambora para borrachos trasnochados.
Los bares y restaurantes están construidos expresamente para la fiesta mientras que el resto del año se mantienen fuera de servicio. No importa si se trata de brindar con mezcalito comprado en la tienda de abarrotes o de whiskey etiqueta dorada del bar más ostentoso; todos son amigos en ese momento.
Adultos, jóvenes, ancianos y niños se convierten en una masa homogénea que expele sudor rindiendo tributo a la fiesta orgiástica. Los puestos de cerveza callejeros se pelean a la clientela: algunos ofrecen la caguama a 25 pesos, unos en 30, otros más, queriendo lucirse con “cócteles de caché”, oscilan entre 70 y 120 pesos.
Las mujeres jóvenes pululan en minifaldas o blusas escotadas, algunas lucen un cuerpo atlético, a otras no les importa mostrar el tejido adiposo. El “glamúr” no puede faltar en sus tacones de aguja que se pasean por el tumulto y las calles empedradas, me siento fachosa con mi blusa de manta y mis tenis de goma. A decir de muchos hidrocálidos “no hay viejas buenas en la ciudad; todas aparecen en la feria”.
Nos acercamos a la zona de bares VIP donde conviven cadenas nacionales como “Clásico” cuyo cover se cotiza desde 50 hasta 1000 pesos según la hora. Pregunto al cadenero si se me permite la entrada con mi blusa “chaira”.
-“Mmmm, no sé. Te digo cuando abramos”-. Me contesta con indiferencia.
Mi acompañante y yo nos dirigimos al Bar Buddha.
-“Buenas noches ¿me dejan entrar vestida así?”- Vuelvo a preguntar mientras unas chicas de la fila me miran de reojo y con desdén.
-“Sí, sí puedes”-. La actitud del cadenero resulta más amable, pero las mujeres de seguridad registran mi bolsa y me quitan una pluma y unas pastillas para el dolor de barriga. La hostess saca un iPad para revisar la lista de reservaciones. Tecnología de punta. Adentro, el dj programa pop en español y bebemos cervezas de 40 pesos mientras observamos como una multitud de chicos pelean como perros por intentar acceder al bar “Shine”, contiguo al nuestro.
Salimos media hora después para recorrer kilómetros nocturnos de barullo y espectáculo. El casino y el palenque esperan hambrientos la quincena de los incautos. Alejandro Fernández cobra como mínimo 600 pesos por boleto…y Kalimba ya salió de la cárcel.
La feria alcanza una afluencia de hasta 7 millones de visitantes al año y deja en promedio una derrama económica de 2 mil millones de pesos, de acuerdo al Patronato. ¿Quién dijo que en México había crisis?
Según un estudio del Instituto de la Juventud de Aguascalientes, el índice de embarazos aumenta entre abril y mayo debido a la verbena y una gran cantidad de bebés nacen entre enero y febrero del año siguiente.
A medida que avanzamos los pies se van llenando de ampollas, los callejones se vuelven más estrechos, los alrededores de la feria son cobijados por algunos barrios bajos. Encontramos una zona de juegos de azar y mecánicos, 20 y 30 pesos por paseo y para todos los antojos culinarios: tacos, gorditas, pozole. Hasta para desaguar la vejiga cargada de cerveza hay que desembolsar 5 pesos en baños privados, so pena de derramarla en alguna callejuela.
San Marcos quedó olvidado en un rincón de alguna iglesia colonial. Que la fiesta no pare.
1 comentario:
Saludos.
Publicar un comentario