Publicado en el periódico "El Nuevo Mexicano" el 17 de junio de 2011.
¿Por qué culpar a la minifalda y a otras prendas sugestivas de algunos males del mundo? En pleno siglo XXI pareciera como si el hombre aún pudiera imponer su criterio sobre la vestimenta femenina ¿Qué hay de malo en mostrar de vez en cuando un poco de carne al aire ya sea en las extremidades o en el pecho o el abdomen? Algunos hombres todavía se muestran reacios y vulnerables ante la sensualidad femenina, no sólo hombres comunes prejuiciosos, sino otros de mayor jerarquía; llámese alcaldes de entidades como Navolato, Querétaro o Guadalajara. El temor de macho existe y se manifiesta en un poder artificial que intenta imputar sobre la mujer que aún cree sumisa y sublevada.
Hasta el cineasta Federico Fellini se burló abiertamente en su cortometraje “Las tentaciones del Doctor Antonio” de la película “Boccaccio 70”, donde un médico citadino arma un escándalo cuando colocan frente a su edificio un anuncio de lácteos con una exuberante modelo (Anita Eckberg) quien sólo evidencia su fragilidad ante la tentación carnal, cual Jorge Serrano Limón versión italiana.
Suprimir la minifalda o cualquier otra prenda femenina no evitará embarazos, ni siquiera piropos vulgares o manoseos, eso se logra a través de un respeto mutuo como personas y una educación bien cimentada de la que, como podemos ver, nuestros gobernantes también carecen.
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