Han pasado 20 años desde que “Creep” irrumpió en la escena musical para deleitar y verter las lágrimas de muchos; la historia la definiría como la canción más célebre, depresiva y existencialista de Radiohead, producto de su disco debut, Pablo Honey, a punto de cruzar el umbral del vigésimo aniversario.
Publicado hoy en la sección El ángel exterminador de Milenio Diario
Cuando fue tocada en México para cerrar el concierto del 16 de marzo de 2009, algunos fans puristas se resistían a escucharla mientras que a otros los invadían el llanto y el furor; los nubarrones y el aroma a mariguana se intensificaron y las voces se unieron en un karaoke multitudinario. Algunos habían pagado solo por saciar su curiosidad esa noche y al final reaccionaron con frenesí. Muchas apuestas que se jactaban de prescindir de esa rola se perdieron, pero aquella noche fría y ventosa envolvió un ambiente emotivo para que “Creep” sonara masivamente en los oídos mexicanos. ¿Quién hubiera imaginado esos ánimos en sus primeros toquines en el Estado de México y Pachuca por 1994? Tras ser escuchada decenas de veces en la radio en inglés el sueño de muchos se había realizado, como un regalo esperado desde el concierto del domingo anterior… y años de antelación.
La banda que estuvo a unos milímetros de estancarse a inicios de los noventa en el terreno del one hit wonder y por quien nadie apostaba nada, se sacudió el polvo y subió el siguiente peldaño después de “Pablo Honey” (1993), mal recibido por la crítica y los charts de ese entonces cuando en el orbe norteamericano imperaba el grunge y sus rabiosos acordes. Si Kurt Cobain se encargó de cantar para la generación desesperanzada de occidente, Thom Yorke tendría la misma encomienda por el lado geográfico opuesto… y seguiría haciéndolo por muchos años más, como uno de los precursores del “britpop”.
Aunque su primer EP, titulado Drill, lanzado en mayo de 1992 pasó desapercibido, excepto por “Creep”, contenía algunas piezas rescatables como “You”, “Prove Yourself” y “Stupid Car”, rememorando un accidente automovilístico sufrido por Yorke y su entonces pareja. La banda anteriormente llamada “On a Friday” explayó sus emociones y hormonas post universitarias después de los delirios de genialidad que alcanzarían en “Ok Computer” (1997), “Kid A” (2000) y “Amnesiac” (2001).
“Pablo Honey”, con ritmos pop-rock y letras tan naive como alicaídas, expresaba las inquietudes propias de la juventud: idealización, amores platónicos, decepciones, un ejemplo es “Thinking About You”: “He estado pensando en ti / Y no hay descanso/ ¡Mierda!, todavía te quiero/ Todavía te veo en la cama/ ¿Qué te puede importar?” Y su contraparte, “Lurgee”: “Me siento mejor desde que te fuiste/Me hice más fuerte/ Dime algo que no sepa/ Tengo algo y el cielo lo sabe”. ¿Quién no ha experimentado esas sensaciones de desamor en cualquier etapa de la vida?
El espíritu melancólico de Thom Yorke había aflorado, luego se tornaría más oscuro y áspero en sus obras posteriores. “No hay donde sentarse sin tener una pistola en mi mano/Estaría mejor muerto/Pruébate a ti mismo/Quiero respirar, quiero crecer/Digo que lo deseo, pero no sé como/Miro, sangro, ruego y rezo”. “Prove Yourself”. El joven rubio con el parpado entrecerrado tenía un mensaje duro y contundente que entregar al mundo. “Si tú me abandonas estaré más hecho polvo de lo que nunca he estado antes/ Aunque pudiera/Aunque lo intente/No puedo”. “I Can’t”. Muchos no creerían los orígenes de Radiohead cimentados en un pop convencional, años antes que la lánguida voz de Yorke dedicara sus letras a los falsos árboles de plástico, a la “policía del karma” y a la flor de loto, para quienes los descubrieron en etapas posteriores y sombrías.
Y el toque final: “Creep”, tan denostada como venerada y choteada, es la canción emo por antonomasia; se incluyó en algunas versiones alternativas del álbum Drill y se menospreció en la radio inglesa por “deprimente” durante el otoño de 1992. Cuando un año más tarde se lanzó con Pablo Honey su reputación mejoró, aunque a los asépticos oídos estadunidenses no les gustó que sonara “so fucking special” por lo que fue cambiada por la eufemística “very”. El guitarrista Jonny Greenwood difería de su lentitud y ritmo pasivo por lo que el estridente riff en el coro es producto de su inconformidad. “Pero soy extraño, soy un bicho raro/ ¿Qué demonios estoy haciendo aquí?/ Ella está escapando otra vez/ Ella corre, ella corre, ella corre…” Para un corazón de pollo como el del cantante, el haberse enamorado de una chica que conoció en su etapa de estudiante y no haber sido correspondido formó una de las piezas más emblemáticas para el desasosiego.
A los que acudieron al primer concierto de la primavera de 2009 y sólo escucharon el repertorio del disco The Bends y perdieron sus apuestas, aquí podrían tener una segunda oportunidad, aunque la interrogante en este caso sería cuantos vestirán de camisa blanca y sombrero negro para bailar los extraños pasos de “Lotus Flower” de su última entrega, The King Of Limbs.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario