Publicado en el número de junio de Círculo Mix up
En
Aquí presente, compa retoma sus
raíces y colabora con su Ronda Bogotá de quienes se había alejado por 15 años;
los productores Alejandro Zea y Carlos Arredondo lo apoyan en esta nueva
aventura en la que la figura de su amigo “Gabo” sigue presente.
“Pues
me dijo que ya no tomara”. Piña se refiere con ironía a uno de los consejos que
le dio Gabriel García Márquez antes de morir mientras bebe una cerveza durante
la entrevista. Prefiere llamarle “El Maestro” antes que por su nombre. El
escritor también le había aconsejado que fuera un “buen hombre”.
¿Y sí lo pusiste en
práctica?
“Pues
también me dijo que me portara bien, pero uno no es ni el Señor Morales ni el
Niño Fidencio”. Contesta sin dejar de beber.
Es
conocida la buena relación que ambos artistas sostenían. Ahora “Gabo” se
encuentra presente en sus conciertos de manera póstuma bajo homenajes que le ha
rendido. Celso se jacta de conocer la mayor parte de su obra y la de Carlos
Monsiváis, de leerlos durante sus viajes de promoción. Esta vez se prepara para
emprender una nueva gira que incluye países europeos como Inglaterra, Suecia,
Finlandia y Bélgica donde asegura que sus habitantes disfrutan de la cumbia tanto
como los latinos. Él aprueba el papel predominante que este género musical ha
tenido en los últimos años.
El
cantante confiesa que las nuevas tecnologías no son de su agrado, ni las redes
sociales que prefiere que otros las manejen por él: “Pues yo no uso ni celular,
sólo lo uso para hablar con mi mamá y pedir taxis porque tampoco me gusta
manejar. Lo que sí traigo es mi ipad
con música de toda”.
¿De veras de toda?, ¿te
gusta el rock progresivo?
¡Sí!
¿La ópera?, ¿el heavy
metal?
¡También!
Traigo a Ludwig Van Beethoven, Mozart, Schubert, Chopin, Los Beatles, los
Rolling Stones, Chicago, Air Supply, pop, Pedro Infante, El sirenito de Rigo Tovar, corridos populares. Lo que no me gusta
es el reguetón.
Aunque
la escena musical de Monterrey ha sido vapuleada por la inseguridad, esto no
detiene a Celso quien reconoce el problema que ésta representa. Él, por su
parte, no piensa cambiar su residencia del Cerro de la Campana, una de las
zonas más conflictivas de la ciudad a otra más opulente. “No me muevo porque me
siento feliz ahí”. Una cerveza no fue suficiente, solicita otra más.
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