When I run in the dark to a place that's vast
under a sheet of rain in my heart, I dream of home.
Bat For Lashes
Cuando él se despidió de mi nos encontrábamos un lunes por la tarde en una estación de trenes de un pueblito llamado Melton en Suffolk, Inglaterra que me llevaría de regreso a Londres; el día anterior lo había pasado en otro pueblo llamado Shingle Street donde él radica. Nunca antes había tenido la oportunidad de subir a un tren y menos en un país tan lejano como ese.
Los alrededores de la estación no distaban mucho a como se muestra en las películas: casetas de madera con ventanas ovaladas y unas pequeñas tiendas de pan y carne roja muy al estilo inglés. Habían pasado rápidamente los días en que me dispuse a tomar de forma casi intempestiva un avión para conocerlo en persona a como diera lugar, más no teníamos idea de cuando nos veríamos de nuevo ¿tendríamos que esperar meses, años o...acaso nunca? El viaje había superado mis expectativas; sentí como se me formaba un nudo en la garganta y por un momento tuve ganas de llorar, él permanecía serio, aguárdabamos la llegada del tren que nos separaría. Nos dimos un abrazo, un beso y le di las gracias, me ayudó a subir mi pesada maleta y vi por las ventanillas como su figura se alejaba.
Ya a bordo pagué un boleto de 32 libras por un viaje de dos horas; la mayoría de los pasajeros eran casi ancianos y no hablaban entre sí. Durante el trayecto observaba los paisajes verdes y en mis oídos sonaba la voz de Bat For Lashes; hice escala en otro pueblo llamado Ipswich donde por poco y me quedo dentro del vagón, y estando ahí fue donde me dije a mi misma: "¿Cómo chingados se me ocurrió llegar hasta esta parte del mundo yo sola?" Todo era quietud en los alrededores y las pocas personas a la espera permanecían en silencio. Diez minutos después abordé el siguiente tren que me llevaría a "Liverpool Street Station" de Londres donde no podía dejar de pensar en él y sus atenciones, las charlas, los momentos vividos juntos y los paseos por esa imponente ciudad que ahora recorrería sola...y ahí fue donde percibí las horas pico inglesas y a los trabajadores con sus trajes de buen vestir, la premura de la tarde y el sentimiento de "¿Y ahora cómo me muevo de este sitio?"
Cuando finalmente llegué a mi destino, escuchaba en mi reproductor de mp3 "How soon is now?" de The Smiths con la diferencia en que yo no había llegado a Manchester de donde son originarios, sino a la capital del país. Debía volver pronto a México con sus alegrías y sus pesares donde aguardaba una fiesta de 15 de septiembre de la que no me interesaba ser partícipe ese año. El fugaz sueño había terminado, pero mi anfitrión ya se había ganado un lugar especial en los anales de mi historia personal.
Esta es una de las rolas que escuchaba, y como dice la letra yo también supe que había una llama en su corazón la primera vez que lo vi.
"Me niego a vivir como una mujer ordinaria, a establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré a él. Me adapto a mí misma". Anais Nin
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