En México se vuelve cada vez más común la costumbre de organizar festivales masivos de música, pero a pesar de la apertura que se ha logrado con los espacios para el rock en este país, a veces el afán lucrativo supera el espíritu melómano y en el caso de otros festivales, como Manifest, Motorockr, Zero Fest y el desastroso Colmena en los alrededores de Tepoztlán, sólo tienen una o dos ediciones y han desaparecido fortuitamente.
En el caso del Corona Capital parecía lograr una pequeña utopía: juntar en un mismo escenario a dos leyendas como los ingleses ochenteros de Echo and the Bunnymen y a los anhelados Pixies. Y si a eso le agregamos un cartel conformado por más de 10 bandas indie nacionales y extranjeras como Delphic, The Temper Trap, Chikita Violenta, Dapuntobeat, Adanowsky y otras más populares como Interpol, James, la exquisita revelación rusa de Regina Spektor y como si no fuera suficiente, la cerveza “más vendida en el mundo” la propuesta se volvía sustanciosa, pero…
Como pretendiendo ser una especie de “Festival Coachella” región 4, el concierto se celebró en un lugar diferente: la curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez donde en años anteriores compitieron en carreras de Fórmula 1 Ayrton Senna y Michael Schumacher. Esta vez el asfalto lo ocupaban miles de chicos de entre 20 y 25 años de atuendos unisex con coloridas camisas de cuadros, lentes retro o de pasta, conocidos como hipsters que se congregaban para rendir tributo a Minus the Bear, Dirty Karma y todas esas bandas independientes que no vivieron la era dorada del CD vendido a granel y los discos de oro, hoy convertidos a mp3 descargables.
En todo momento la señal de celular estuvo bloqueada, por lo que la búsqueda de los amigos se convirtió en una proeza estilo “¿Dónde está Wally?” encarnado en la vida real, unos decían que eran 60 mil los asistentes, otros 80 mil en un espacio pequeño y soleado por la tarde, frío y escasamente iluminado por la noche, pero eso sí: había albercas improvisadas para los que desearan darse un chapuzón, la idea de las playas artificiales de Marcelo Ebrard tuvo repercusión no sólo en Semana Santa.
Aunque los celulares inservibles y el exceso de gente no impidió que entre los headliners del escenario Corona como Regina Spektor explayaran su arsenal por primera vez en México ante un público que lucía conmovido cuando cantó con una puesta de sol y una bandera inglesa que no dejaba de ondear, “On the radio”, “Fidelity” y “Samson” que casi le arranca las lagrimas a esta reportera. James, que en los noventa brilló con “She’s a star” y “Say something” regresó tras dos años de ausencia. Tim Boothe, el vocalista, tuvo la buena puntada de declarar que era un honor para ellos tocar después que Miss Spektor y antes que The Pixies y para cerrar su acto dejó que decenas de fans se treparan al escenario para cantar “Laid” al unísono. Y de ahí, a correr al escenario Capital a ver a Interpol.
Para muchos, la banda de Paul Banks suena cada vez más oscura y los buenos tiempos de “Antics” y “Turn on the bright lights” parecen cada vez más lejanos, el sonido no les favoreció con “C’mere” o “Evil” ni aun cuando Banks con su buen acento en español hablara a la concurrencia, recordemos que vivió un tiempo en México. Así que, a correr de nuevo al escenario principal para ver a The Pixies.
¿Por qué esperar años para ver en directo a Black Francis y sus cómplices? Tanta era la expectativa por conocer la rola abridora que hasta algunos hacían apuestas, finalmente “Bone machine” se escuchó y después vendrían “Wave of mutilation”, “Monkey gone to heaven”, “La la love you”, “Caribou” y su propio homenaje a “Un perro andaluz” de Luis Buñuel: “Debaser”. “Nunca habíamos tocado en México”, decía la bajista Kim Deal a su compañero Francis que respondió en español: “Sí, sí, sí, estoy muy emocionado”. Tras un encore y gritos exacerbados como “¡El papá de Kurt Cobain! sonó la esperada “Where is my mind?”. Tras concluir a las 11:30 pm e intentar salir del concurrido Autódromo para tomar un taxi o un microbús de 30 pesos, entre la oscuridad y el cansancio muchos no sabían donde había quedado su mente.
Publicado hoy en la sección QRR de Milenio Diario.
3 comentarios:
Siempre en los festivales hay versiones encontradas. Tu crónica ha sido lo mas positivo que he oido sobre el Corona Capital.
La definición de hipster digna de un diccionario, muy precisa, jajaja.
Reproduzco tuit de @AlejandroFranco: "Parte del concepto del #CoronaCapital fue regresar a las raíces y bloquear las señales de móviles para conocernos todos y no hacer grupos!"
Mmmmmsé.Guatever. No sé si sea mi celular tan viejo que ya no responde a ciertas frecuencias, pero yo tuve señal todo el tiempo, hice llamadas de larga duración y todo... las ventajas de no ser hípster supongo.
Pero sí, hay que reconocer que, una vez superado el estado de shock por tener que pagar ¡¡¡$70!!! por una cerveza poco fría/mucho rebajada, disfrutable el masivo de principio a fin (sobre todo más cerca del fin y el cierre) con algunas excepciones como Interpol, grupo que para mí no es más que el ejemplo perfecto del poder de los medios y el puritito "brand positioning" que le dicen.
Lejor del 10, pero definitvamente un esfuerzo que se agradece, esperando que no quede en un número de ediciones pequeño y descontinuado.
Saludos, Sirena
Salavador:Pues traté de ser más incisiva...mmm
Anónimo: Disculpame,pero eso de "conocernos todos" es una gran mamada y yo no pude encontrar a dos amigos a falta de celular.
No compré chelas, pero sé que eso cuestan y hasta dicen que se acabó rápido, aun así con todo y sus errores de logística lo que valió realmente la pena fue ver a tanta banda chida por un precio accesible.
Gracias por sus comentarios.
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