domingo, octubre 28, 2012

Caramelo macizo




Publicado en el libro "100 discos esenciales del rock mexicano"
 
En su cuarto álbum, La Lupita había dejado bailando a Paquita en la disco y emigrado del país de la lujuria para masticar su caramelo ya maduro a finales de los 90, una etapa consolidada dentro de su carrera en que el rock mexicano se encontraba en el pináculo y los mp3 apenas se gestaban en la mente de un adolescente como Sean Parker.
Cuando una banda como ésta alcanza dos décadas de existencia los caminos comienzan a volverse inciertos, la bandera de “rock en tu idioma” deja de enarbolarse como una curiosa novedad y la búsqueda de nuevas generaciones de escuchas resulta indispensable so pena de estancarse en las glorias pasadas. Desde sus inicios “La Lupe” nunca comulgó con la imagen oscura de Caifanes, ni la solemnidad de Santa Sabina ni el folclor de Café Tacuba, sino un estilo propio en el que el que el matrimonio Rosa Adame- Héctor Quijada compartían la estafeta cantando simultáneamente con letras desenfadadas.
La alineación original había sufrido diversos vaivenes desde su debut con la pareja de vocalistas, el bajista Poncho Toledo, el guitarrista Lino Nava, el baterista Ernesto “Bolo” Domene  y el percusionista Michel de Quevedo como miembros fundadores. Mientras otras bandas buscaban a finales de los 80 nombres en inglés, subversivos  o abstractos aquí se plasmaba una fe hacia la Virgen de Guadalupe y una dosis de urbanidad según una leyenda vista en un camión callejero.
Con “Pa’ servir a usted”  (1992) irrumpieron bajo un título a manera de presentación personal con aires de reverencia, después celebraron que la belleza pululaba bajo un ambiente de prosperidad con  “¡Qué bonito es casi todo!” (1994) y el posterior éxito comercial de “Tres-D” (1996) que contenía  la inolvidable “Ja, ja”.
Pero para ellos el rock  no era asunto de risa, sino de subir otro escalón. Después de surgir de Guadalajara, grabar en los confines de Culebra records, pisar los escenarios chilangos, trabajar en Londres y colaborar con gente como Fito Páez y el productor Daniel Melingo, pero sin alcanzar el éxito comercial a los niveles de la banda de Saúl Hernández, su carrera apuntaba más allá de “Ja, ja”, probablemente su canción más famosa, escuchada hasta el cansancio y covereada por grupos amateurs de bares nocturnos.
Este álbum apostaba por la renovación, su sonido se había adaptado a la última parte de los 90: una mezcla de ritmos pachangueros, pop, bossa nova y percusiones. Una muestra es el track inicial “Supersónico”, apto para cualquier pista de baile con la voz del matrimonio a dueto y un riff agudo que canta: “Ni placer comparado, no hay dolor ni pasado/Todo encuentra un camino largo sumamente agitado”. La estridente guitarra en “Quiero, quiero” viene acompañada de una letra en la que Quijada expresa una pasión vehemente hacia un objeto del deseo  femenino: “Quiero, quiero tu alma, tus manos, tu alma, tu cuerpo, tus piernas, tus tetas, tus labios”. “La Parca” podría ser una simple canción con percusiones bailables de no ser por su letra profunda, un  homenaje de Rosa Adame a la muerte y a los momentos efímeros de la vida: “Yo soy la que te marca las horas/ Te digo tú no eres un Dios/ Los hombres pierden la vida odiando/ Lo que importa es amar”.  Después de este viaje aderezado de fiesta y algarabía aparecen otros temas como para escucharse en un estado de relajación y un toque de sutil sensualidad como “La pared”. 
Otras piezas de alto octanaje como “El baile de los dragones”, “Vida olvida” “Diva de bar” y “Antena” conforman este material que a pesar de su calidad no obtuvo un éxito comercial masivo ya que justo ese mismo año vendría la responsabilidad crucial de reinterpretar el clásico “Gavilán o paloma”, en el disco tributo a José José que dejo relegado el trabajo anterior. En 1999 fomentaron sus lazos con “el amigo de todos los niños”, Chabelo en otro disco homenaje con la canción “Perrito Maltés” y la compilación de éxitos “Lupitología” (2004).
Los años siguientes tendrían una transformación decisiva y un silencio en la carrera de La Lupita después de que Rosa Adame dejara el grupo en 2001 para desviar su camino hacia la maternidad e incluir nuevos integrantes en sus filas como Luis Fernando Alejo en el bajo y Paco Godoy en la batería.
A pesar de la turbulencia, la fuerza de Guadalupe subsiste y quedó evidenciada en el Vive Latino, 2009 con sus miembros fundadores ante un público más joven que no compartió sus años durante la cúspide.
Su vela hacia la virgen morena sigue encendida para los tiempos actuales del rock mexicano. Prueba de ello es su última producción, Te odio.

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Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

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