No
se trata de “una película más” sobre inseguridad en México. Es un testimonio
crudo, de la desesperanza y la vulnerabilidad de la juventud. Algunos mostraron
escepticismo en su estreno y por fin llega la ganadora de la Palma de oro en el
Festival de cine de Cannes.
El
mismo día en que Steven Spielberg entregaba el diploma que acreditaba a Amat
Escalante como mejor director, la atención nacional se enfocaba en la final del
partido de futbol entre América y Cruz Azul. Ironías de la mexicanidad. “La
película realmente cuenta una cosa muy visual. Trato de transmitir el
sentimiento esperando que algo toque en la gente y nunca me planteo que mensaje
va a dar, trato de ser honesto conmigo mismo y con mi punto de vista de la vida
y del sentimiento de lo que está pasando en México. Lo demás es adicional. A mí
me motivan la justicia y la desigualdad como para hacer estas historias”.
Tanto
Spielberg como el director inglés Danny Boyle lo elogiaron. Para él, la Palma
de oro es el equivalente a un simple reconocimiento escolar o como ver nacer a
los hijos que nunca ha tenido. En cambio, “Heli” sí es uno de ellos, producto
de su imaginación y sus vísceras, de su creatividad y aflicción. También lo son
Estela y Beto, dos adolescentes cuyo romance desata consecuencias
desafortunadas, prueba de que el amor no lo puede todo. Adiós a los cuentos de
hadas y los príncipes azules. En este pueblo guanajuatense hay militares,
drogas, narcotráfico y corrupción gubernamental. Tampoco es una historia para
niños…aunque jueguen un papel determinante en una de las secuencias.
Con
una limitada campaña publicitaria y sólo 30 copias para distribución nacional,
tardaron cinco años en recaudar el presupuesto mediante la productora
Mantarraya, dirigida por el cineasta Carlos Reygadas. Escalante sube otro
peldaño en su carrera. Originario de Barcelona, pasó una temporada en Estados
Unidos y Turquía, ahora reside en Guanajuato y presenta una nueva historia
llena de elementos sórdidos como sus antecesoras “Sangre” y “Los Bastardos”,
donde narraba la invasión de un par de migrantes mexicanos a la casa de una
norteamericana, pero con un ritmo más ágil y entretenido.
De
situaciones violentas y hechos reales
“No
es que yo esté reflejando la realidad, estoy inspirado en ella, veo gente que
está sufriendo. Me siento a gusto porque sé que no estoy exagerando nada en mi
película respecto a lo que está pasando en México, ni siquiera con los niños
que aparecen. Nadie puede decirme: ¿dónde sacaste que hay niños involucrados en
el crimen? Nadie puede decirlo y eso es lo triste y por eso existe la película
a la vez. Se siente algo ahí que se tiene que expresar porque a mí me conmueve”.
“Es
una historia completamente ficticia”
Como
en sus filmes anteriores, Amat reclutó actores no profesionales o amateurs que
imprimieran mayor realismo a la cinta; audicionó en la calle o en escuelas
donde encontró a los jóvenes Juan Eduardo Palacios (Beto) y Andrea Vergara (Estela)
que aunque cuentan con una experiencia nula su potencial es evidente. Armando Espitia
(Heli) tiene una formación profesional en teatro. Aquí juega el papel del hermano
mayor que carga la tragedia sobre sus espaldas. Algunos policías y militares
retirados que fungen como guías de turistas en Guanajuato también participaron
en la cinta como extras. Conformaron el grupo con ayuda de su hermano Martín
que buscando a algunos les presentaban a otros interesados. El guionista Gabriel
Reyes también ejerce como uno de los personajes.
Amat
explica que no ha tenido problema alguno en involucrar a las autoridades y al
ejército en el guión, pero siendo cauteloso. “La historia sí fue completamente ficticia,
muchos elementos salen de las noticias. Por ejemplo: cuando están entrenando a
Beto y lo hacen rodar sobre su vómito, eso está sacado de las noticias tal
cual. Había un americano junto a ellos, pero todo es ficticio. No hemos tenido
inconveniente con el ejército, hay muchas otras películas donde sale de forma
no favorable y espero que no llame mucho la atención. No se menciona el nombre
de nadie, lo que no hay son narcotraficantes, son sólo el ejército y jóvenes
vulnerables. Son cosas que causan sentimientos fuertes y me atraen”.
En
países como Francia, algunos asistentes no soportaron la crudeza de sus
imágenes y abandonaron la sala donde se exhibía la película. Se ha llegado incluso
a comparar con por su grado de violencia con otras cintas latinoamericanas como
“Ciudad de Dios” (Fernando Meirelles, 2002) que retrata la vida de las favelas
y los barrios bajos de Brasil.
México
no puede soslayar su realidad y la refleja mediante su cine actual, a veces
contada en tonos farsicos como en “El infierno” de Luis Estrada y otras en drama
como en “Miss Bala” de Gerardo Naranjo. Amat Escalante aporta su nueva lección
cinematográfica con determinación y sin cortapisas.
El
tiempo le dará la razón…o lo acusará de provocador.
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