lunes, marzo 27, 2006

Pues esta vez hablaré de nimiedades (como de costumbre)...a ver, estoy escuchando una rola muy poperona que se llama "Chewing gum" de una tal Annie de un playlist poca madre que les recomiendo mucho, la dirección es: www.wow-internacional.com. Este fin de semana hubo cosas interesantes: se organizo un congreso de periodismo por el Kilo (perdon, Siglo) de Torreón, dejen que no haya habido camiones para llegar hasta la feria de Torreón que era donde se realizaba, ni que ni nos hayan ofrecido agua de un misero garrafon, ya ni decir de resfrescos ni viandas por el estilo y que además nos hayan hecho ir a huevo en la escuela cuando ni los mismos maestros iban, sino que creo que valió la pena aplazar mi viajecito a las lejanas tierras de Guadalajara para el festival de cine de allá para acudir a este evento que bien que mal supe sacarle provecho. Tuve oportunidad de entrevistar a gente interesante como Alvaro Enrigue, el editor de "Letras Libres", de la que por cierto hice encabronar a una reporterilla del Siglo porque yo fuí la que le llegó primero y que rematara diciéndome casi de manera petulante: "Este es un evento exclusivo del Siglo", nomas no digo nombres porque luego hiero susceptibilidades, pero se llama igual que yo...
Pero bueno, lo que les estaba contando, Alvaro sí se portó chido y hasta me pasó su dirección de correo. Me encantó que con su actitud desenfadada me dijo que a pesar de que haya estudiado comunicación en la Ibero chilnaga me confesara según el que nunca había entendido nada de la carrera, que todo lo había aprendido a base de lecturas autodidactas...¡huy que chiidooo!.
También conocí al distinguido ciudadano Rogelio Villarreal, editor de una revista llamada "Replicante" que a mi parecer es de las mejores que puede haber en este inculto país repleto de pasquines burdos como "Tv y Novelas" o "Fama" (si el "primo" lee esto sabrá a cual me refiero).
Total, que lo entrevisté también sin la reportera fastidiosa esa de por medio y acabamos haciendonos compas, me pasó algunas revistas y un libro suyo titulado "El dilema de Bukowski", una compilación de sus textos periodísticos, bastante irreverentes por cierto, eso me agrada. Luego un amigo suyo, Alberto y yo acabamos yendo a dar el rol por el decadente centro de Torreón. Primero caímos a "El otro paraíso", una cantina donde no me dejaron entrar por la sencilla razón de ser hembra y después fuimos a otra en la que pasó lo mismo, total que terminamos en "Riviera", en la Acuña y Jimenez donde sí me dieron chance pero en el área contigua donde sí se permitían grupos mixtos, ¡chale con la segregación cantinera!.
Ya después del rol nos dispusimos a echarnos unos tacos cerca de ahí después que nos negaron el servicio en un Dominos Pizza como a las 11pm, bastante temprano para ser sàbado...
Tengo que añadir que ese mismo día conocí a la benmérita Lydia Cacho, bastante conservada para la edad que tiene, sucede que a la última conferencia se dejaron caer un chorro de villamelones paleros, pero puedi observar así el poder de convocatoria que tiene esta mujerm al menos por ahora.
Bueno, la verdad sí fue interesante conocerla, creo que lo que ha hecho es muy loable y pues...creo que deberíamos reconocer su esfuerzo laboral más que su figura en si, pero pues así es esta sociedad mexicana urgida de heroes...mejor que no gane el Peje las elecciones ni el Doctor Simi, mejor que sea El duende preguntón de "El weso" jajajaja.

lunes, marzo 06, 2006

Una mañana dominical, oscura y helada desperté sin percatarme que la hora de salida a Monterrey estaba muy cerca. Apresuradamente llegué a donde “Cronotopo” y juntos emprendimos un viaje de cuatro horas a la Sultana del Norte donde cientos de asistentes ya estaban arremolinados en las afueras del Estadio Tecnológico a las 12.00 del día. La aventura había comenzado.
De manera casi aleatoria encontré a José Juan Zapata y Abraham Zavala en medio de la multitud, mis amigos de la post-infancia, mis hermanos putativos. Por algo el destino decidió que pasáramos juntos ese momento en compañía del hermoso extraño "Cronotopo".
Curiosamente había de todo: niños pequeños enfundados en playeras holgadas con las caras plasmadas de los cuatro irlandeses, hombres y mujeres maduros cuya “leit motiv” juvenil fueron alguna vez “Where the streets have no name” y “With or without you.” No podían faltar los adolescentes de la alta sociedad cuya pujanza les permitía costearse los boletos más caros para después presumir que asistieron al concierto más esperado del año sin ser fanáticos. Se dice que un seguidor de U2 es irreconocible, no existe una imagen definida para estos a diferencia de uno de Metallica, Korn o incluso RBD. Esa pluralidad social pocas veces se percibe en la concurrencia que asiste a presenciar a una banda internacional. No jóvenes ni adultos de manera exclusiva, las diferencias de edades permitía una mayor afinidad entre unos y otros.
A las 3:30pm finalmente se abrieron las puertas para las miles de almas que clamaban su acceso al estadio. La manada enloquecida corrió para abarrotar cada resquicio del lugar. El aguardo de días para un grupo de trasnochados acampantes del exterior por fin obtenía su recompensa.
A medida que avanzaban las horas la espera se volvía tediosa: el sol regiomontano calaba, el contrastante aire fresco chocaba en la piel, las charlas ajenas deleitaban los entrometidos oídos, las discusiones con “Cronotopo” se desataron repentinamente. “¿Cómo está Torreón?”, preguntaba José Juan después de haber cambiado su residencia a la Ciudad de las Montañas.
Cuando el sol comenzaba a ocultarse a las 6:00pm una actitud transgresora se apoderó de nuestros seres impulsivamente al burlar los elementos de seguridad para bajar a la cancha. Tuvimos que pagar el precio de no volver a vernos el resto de la noche, solo “Cronotopo” y yo permanecimos juntos.
La añorada planta baja estaba a nuestra disposición: el aire se enfriaba paulatinamente, los asistentes comenzaban a alborotarse: mientras unos charlaban otros saltaban en lo que un osado jòven desde las gradas pedìa la mano en matrimonio a su novia: "¡No, no, no! gritamos al unìsono. Canciones de Radiohead, INTERPOL y hasta The Cure adornaron el ambiente musical previo.
7:00pm: luces apagadas, reflectores intermitentes, ansia, emoción…¡sorpresa! No era U2 sino The Secret Machines, la banda telonera. Unos perfectos desconocidos a los ojos de todos. Todos querían ver a los hijos predilectos del Eire. Una hora después se volvieron a encender las luces, calma, silencio…”¡Uno dos tres catorce!”, un elocuente grito proveniente de la nada solo podía ser de la garganta de Bono. Las almas estallaban, cantaban, saltaban, sudaban, gozaban en una vorágine de éxtasis y vértigo. Dos asistentes especiales nos miraban sin pagar boleto: la brillante luna llena que se asomaba desde las alturas y el imponente cerro de la silla.
Entonces recordé los siete años que habían pasado, los años de la adolescencia, los años difíciles de la transición de niña a mujer, los cambios de escuela. Mi matrimonio con el derecho a los 17 años que luego anulé para casarme con el periodismo. Mi antigua devoción a San Bono para invocarme a San Ryszard Kapuscinski. Cada canción me remitía a 1999. “Sunday bloody Sunday” y “Bad”: las tardes de convivencia con José Juan. “One”, los recuerdos de amores pretéritos, “Bullet the blue sky”: los solitarios días adolescentes encerrada en mi habitación. Las optimistas notas de “Beautiful day” a los alegres 16 años. “Elevation” a los 17 durante la carrera de derecho. “City of blinding lights” las noches cruzando por el periférico de la Ciudad de México en compañía de “Cronotopo” a los 21.Incluso la improvisada interpretación de “Cielito lindo” me llevó a la conmoción. Bono vendado de ojos: la ceguera, la negligencia que predomina en nuestra sociedad, más allá de las palabras de Saramago."Coexist": ¿de veras pueden coexistir tres religiones tan opuestas como el Islam, el cristianismo y el judaísmo?, ¿de veras podían coexistir en mi la ambivalencia de una profesionista- estudiante-mujer joven?. "Miss Sarajevo": "dices que el río sigue su curso hacia el mar así como el amor volverá...de aquel amor que ya no tengo esperanza, del que ya no puedo esperar más..."Yahvé, Yahvé toma estas manos, enséñales que deben cargar, toma esta boca tan rápida para criticar, tómala y dale un beso Yahvé...aun sigo esperando el amanecer...
Comprendí que ya no era la niña deprimida de 15 años que se regocijaba escuchando a U2, que la vida había cambiado, que apenas habían pasado tres días de mi cruce al umbral de los 22 y que a partir de ahí cada vez que me mirara en un espejo entendería que no vería mas el reflejo de la colegiala ilusa de secundaria, sino una mujer que pondría en práctica las enseñanzas sociales de su ex santo patrono. No olvidaré las irónicas palabras de Abraham mientras hacíamos fila en las afueras del estadio cuando le dije que no había llegado antes a Monterrey para perseguir a la banda desde el hotel por mis razones laborales. “Ah que bien, eso quiere decir que ya eres un adulto y que estás madurando”... "The end", las últimas palabras de la banda plasmadas en la pantalla gigante. No era el fin, seguiría esperando por el amanecer. Alzaría la cabeza al cielo y le preguntaría a Yahvé porque se antepone la oscuridad y le diría "toma este corazón, toma este corazón y haz que se rompa".

domingo, marzo 05, 2006

…en un domingo sangriento, siete años después…
Una mañana dominical, oscura y helada desperté sin percatarme que la hora de salida a Monterrey estaba muy cerca. Apresuradamente llegué a donde “Cronotopo” y juntos emprendimos un viaje de cuatro horas a la Sultana del Norte donde cientos de asistentes ya estaban arremolinados en las afueras del Estadio Tecnológico a las 12.00 del día. La aventura había comenzado.
De manera casi aleatoria encontré a José Juan Zapata y Abraham Zavala en medio de la multitud, mis amigos de la post-infancia, mis hermanos putativos. Por algo el destino decidió que pasáramos juntos ese momento en compañía del hermoso extraño "Cronotopo".
Curiosamente había de todo: niños pequeños enfundados en playeras holgadas con las caras plasmadas de los cuatro irlandeses, hombres y mujeres maduros cuya “leit motiv” juvenil fueron alguna vez “Where the streets have no name” y “With or without you.” No podían faltar los adolescentes de la alta sociedad cuya pujanza les permitía costearse los boletos más caros para después presumir que asistieron al concierto más esperado del año sin ser fanáticos. Se dice que un seguidor de U2 es irreconocible, no existe una imagen definida para estos a diferencia de uno de Metallica, Korn o incluso RBD. Esa pluralidad social pocas veces se percibe en la concurrencia que asiste a presenciar a una banda internacional. No jóvenes ni adultos de manera exclusiva, las diferencias de edades permitía una mayor afinidad entre unos y otros.
A las 3:30pm finalmente se abrieron las puertas para las miles de almas que clamaban su acceso al estadio. La manada enloquecida corrió para abarrotar cada resquicio del lugar. El aguardo de días para un grupo de trasnochados acampantes del exterior por fin obtenía su recompensa.
A medida que avanzaban las horas la espera se volvía tediosa: el sol regiomontano calaba, el contrastante aire fresco chocaba en la piel, las charlas ajenas deleitaban los entrometidos oídos, las discusiones con “Cronotopo” se desataron repentinamente. “¿Cómo está Torreón?”, preguntaba José Juan después de haber cambiado su residencia a la Ciudad de las Montañas.
Cuando el sol comenzaba a ocultarse a las 6:00pm una actitud transgresora se apoderó de nuestros seres impulsivamente al burlar los elementos de seguridad para bajar a la cancha. Tuvimos que pagar el precio de no volver a vernos el resto de la noche, solo “Cronotopo” y yo permanecimos juntos.
La añorada planta baja estaba a nuestra disposición: el aire se enfriaba paulatinamente, los asistentes comenzaban a alborotarse: mientras unos charlaban otros saltaban en lo que un osado jòven desde las gradas pedìa la mano en matrimonio a su novia: "¡No, no, no! gritamos al unìsono. Canciones de Radiohead, INTERPOL y hasta The Cure adornaron el ambiente musical previo.
7:00pm: luces apagadas, reflectores intermitentes, ansia, emoción…¡sorpresa! No era U2 sino The Secret Machines, la banda telonera. Unos perfectos desconocidos a los ojos de todos. Todos querían ver a los hijos predilectos del Eire. Una hora después se volvieron a encender las luces, calma, silencio…”¡Uno dos tres catorce!”, un elocuente grito proveniente de la nada solo podía ser de la garganta de Bono. Las almas estallaban, cantaban, saltaban, sudaban, gozaban en una vorágine de éxtasis y vértigo. Dos asistentes especiales nos miraban sin pagar boleto: la brillante luna llena que se asomaba desde las alturas y el imponente cerro de la silla.
Entonces recordé los siete años que habían pasado, los años de la adolescencia, los años difíciles de la transición de niña a mujer, los cambios de escuela. Mi matrimonio con el derecho a los 17 años que luego anulé para casarme con el periodismo. Mi antigua devoción a San Bono para invocarme a San Ryszard Kapuscinski. Cada canción me remitía a 1999. “Sunday bloody Sunday” y “Bad”: las tardes de convivencia con José Juan. “One”, los recuerdos de amores pretéritos, “Bullet the blue sky”: los solitarios días adolescentes encerrada en mi habitación. Las optimistas notas de “Beautiful day” a los alegres 16 años. “Elevation” a los 17 durante la carrera de derecho. “City of blinding lights” las noches cruzando por el periférico de la Ciudad de México en compañía de “Cronotopo” a los 21.Incluso la improvisada interpretación de “Cielito lindo” me llevó a la conmoción. Bono vendado de ojos: la ceguera, la negligencia que predomina en nuestra sociedad, más allá de las palabras de Saramago."Coexist": ¿de veras pueden coexistir tres religiones tan opuestas como el Islam, el cristianismo y el judaísmo?, ¿de veras podían coexistir en mi la ambivalencia de una profesionista- estudiante-mujer joven?. "Miss Sarajevo": "dices que el río sigue su curso hacia el mar así como el amor volverá...de aquel amor que ya no tengo esperanza, del que ya no puedo esperar más..."Yahvé, Yahvé toma estas manos, enséñales que deben cargar, toma esta boca tan rápida para criticar, tómala y dale un beso Yahvé...aun sigo esperando el amanecer...
Comprendí que ya no era la niña deprimida de 15 años que se regocijaba escuchando a U2, que la vida había cambiado, que apenas habían pasado tres días de mi cruce al umbral de los 22 y que a partir de ahí cada vez que me mirara en un espejo entendería que no vería mas el reflejo de la colegiala ilusa de secundaria, sino una mujer que pondría en práctica las enseñanzas sociales de su ex santo patrono. No olvidaré las irónicas palabras de Abraham mientras hacíamos fila en las afueras del estadio cuando le dije que no había llegado antes a Monterrey para perseguir a la banda desde el hotel por mis razones laborales. “Ah que bien, eso quiere decir que ya eres un adulto y que estás madurando”... "The end", las últimas palabras de la banda plasmadas en la pantalla gigante. No era el fin, seguiría esperando por el amanecer. Alzaría la cabeza al cielo y le preguntaría a Yahvé porque se antepone la oscuridad y le diría "toma este corazón, toma este corazón y haz que se rompa".

Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

              ACERCA DE LA CRÓNICA BICITEKA DE GEORGINA HIDALGO VIVAS                                                                     ...