Levante la mano la que se fue a Morelia dos veces

Un año ausente de tierras michoacanas, ¡cuantas cosas no habían ocurrido desde entonces!: actos violentos, rechiflas para al oriundo presidente electo y ajustes de cuentas entre narcotraficantes. Ello no sería impedimento para celebrar la fiesta otoñal dedicada al arte de los 35 mm.
Una ciudad como Morelia se distingue por su brisa fresca, sus calles coloniales que resguardan el pasado en piedra barroca y la calidez de la cultura que se respira en cada centimetro del centro iluminado por luces deslumbrantes. Cada muro alberga aires de historia, literatura, música y cine para su cuarta fiesta cinematográfica. Su gente deambulaba por las alfombras rojas en pos del esperado artista favorito, películas para adornar octubre y lluvia refrescando el ambiente. La otrora Valladolid se vestía como una novia para recibir a todo aquel cinéfilo en busqueda de las mejores cintas premiadas en Cannes y los estrenos de noveles producciones mexicanas.

Los pies de la reportera que pisaban las calles encharcadas una tarde de sábado se dirigieron en el autobus de la prensa con rumbo al Centro de Convenciones donde antaño habían subido al podium Tommy Lee Jones y Guillermo Arriaga, ellos ya no estarían presentes pero si el forjador de historias buñuelianas Jean Claude Carriere y el célebre director britanico Mike Hodges. "Melquiades Estrada" se había ido a descansar en paz para mostrar otra historia de la frontera norte: "Quinceañera" sobre las viscisitudes de los teenagers chicanos y su paso por el umbral de la adolescencia en medio de sus orígenes bilingües. Una historia rosa sin mayor pretensión, aun así aceptable.

Dos horas más tarde el mismo autobus azotado por la lluvia avanzaría con destino al Palacio Clavijero. El aroma a tabaco de cientos de cigarrillos impregnaba el aire, litros de tequila y cerveza estaban a disposición a satisfacer las gargantas más sedientas. Rostros famosos posando ante decenas de cámaras fotográficas: Lázaro Cardenas Batel, tan sonriente como si nunca hubiese existido el problema de los mineros de la siderúrgica Lázaro Cardenas y de igual modo su padre Cuauhtemoc orgulloso de su "hueso" por el bicentenario de la independencia. La reportera había viajado cientos de kilometros y minutos para formar parte de ese efímero ambiente de festejo. La hora de las brujas llegó, no había más energía en este cuerpo. Hora de retirarse.

Domingo: en lugar de una resaca la actividad había vuelto al cuerpo. Horas de mediodía en los brazos de lo prohibído, nostalgia en el centro de la ciudad por aquel año en compañía de "Cronotopo". La noche cubría los cielos para presenciar una hora en Cinepolis los cortometrajes "Proyecto Panorama" "Hugo contra el mar" y "La leche y el agua" . Sus creadores pasaban al frente para charlar con la asistencia:"¡Ese no era la versión final del cortometraje!, ¡se equivocaron de disco!", ¡disculpen!. Aspetaba un quejumbroso Plutarco Haza, director de "Hugo contra el mar", la historia de un niño que jugando futbol en una playa imagina que participa en un mundial.

Otro coctél en honor al "Proyecto 48" con vista a la majestuosa catedral en el último piso del Hotel Los Juaninos esperaba la noche ávida de algarabía. Un tequila, otro tequila...muchos tequilas después... ¿por que será que nunca llegó la embriaguez si tanto se le invocó?.

Lunes: Una noche sin dormir-ojalá hubiera sido por la borrachera- decía ella en sus adentros. Un buen desayuno con los cortometrajistas en el Hotel Virrey de Mendoza remediaría la mala noche anterior. Alejandro Ramírez, director de "Toda una vida" había sido el elegido para hacerlo su víctima periodística: "Ofelia Medina no es una mujer rebelde y contestataria, es una vándala"-se refería a la actriz al cuestionarsele su ocurrencia de garabatear la fotografía de la exposición "Postdata", montada por él y el fotógrafo Zony Maya en "Expresión en corto". "Es una mujer incongruente con sus principios", aseveraba sin titubear.

La siguiente parada era a las 11:30am para la conferencia con el cineasta Mike Hodges, una hora después hacía acto de presencia. ¿Donde había quedado la puntualidad inglesa?. "Morelia es una ciudad que me ha gustado mucho, me he dispuesto a caminar tanto por ella que por eso llegué tarde ahora". Fue su respuesta, políticamente incorrecta. Ella no podía evitar sentir los estragos de la noche anterior, solo deseaba posar la cabeza en una almohada. Hodges se limitaba a contar anécodtas irrelevantes de sus rodajes. ¡Como se extrañó aquella extraordinaria conferencia con Gaspar Noé en "Expresión en corto"!.

A mediodía la reportera debía partir a sus tierras norteñas. La siguiente aventura se renovaría cinco días después...

Una maravillosa vista al amanecer del lago de Cuitzeo le daba la bienvenida de nuevo. Ella regresaba con nuevos bríos el último sábado a poner "rewind" en la cinta cronológica en Morelia o bien, para recuperar un paraguas que olvidó la noche de la inauguración. Un día completo para empaparse de cine: "La ciencia del sueño", del genial Michel Gondry protagonizada por el vitoreado Gael García. ¿Quién dijo que el Padre Amaro podía hacer mancuerna con el director francés más vanguardista de los últimos años?. Una elección tan bizarra como la historia misma. "The road to Guantanamo" de Michael Winterbottom, nada que ver con sus obras "9 Orgasmos" y "24hour party people". Una extraordinaria y cruenta mirada hacia la paranoia norteamericana contra los presos moros recluídos en la prisión de Guantanamo, acusados de participar en Al Qaeda. "Shortbus", una hilarante comedia sexual, que sin dejar nada a la imaginación cuenta con picardía, albures y diversión garantizada.

El sol moreliano se escondía para adornar la última tarde del festival, las asistentes clamaban por el nuevo galán que caminaba por la alfombre roja: el ex chico Kairo, Eduardo Verastegui, protagonista de "Bella" ganadora del festival de cine de Toronto. A diez años de la rola "Dile que la amo" Verastegui puede presumir de haber abandonado su cuestionable pasado músical.

Otra noche frenética de premiación en el Palacio Clavijero; esa misma tarde ella había escuchado casualmente por las calles la voz de una chicas que entusiasmadas exclamaban: "¡Esta noche si nos vamos a poner pedotas hasta el amanecer!". En efecto, a Morelia le esperaba una magnánima juerga.

Cecilia Suárez fungiría como maestra de ceremonias. Una entrega más dinámica y ágil que la de 2005. La reportera recordaba la lluvia que llegó de improviso antecedida por juegos pirotécnicos. Esa noche subirían como ganadores Alejandro Ramírez por "Toda una vida", Juan Carlos Rulfo por el cada vez más galardonado documental "En el hoyo" y las notas de "El violín" de Francisco Vargas, entre muchos otros.

La reportera no podía más con los litros de alcohol y la actividad acumulada durante horas. Todas las escenas cinematográficas pasaban por su cabeza cual si fuese una cinta de Michel Gondry. ¿Por qué no había estado él presente para filmar el evento y retratarlo como una más de sus historias?.

Todos se disponían a celebrar a su manera: algunos beberían hasta caerse, otros se llevarían a los amantes fortuitos a su habitación de hotel, otros simplemente conversarían sobre cine y otras trivialidades. Algunos más se dispondrían a vivir las horas como la última noche en la tierra, en algún "after", en algun otro punto de la ciudad. La fiesta moreliana de 2006 moría en ese instante; la mañana siguiente abriría sus parpados tal y como los ojos de los "spots" publicitarios. A esperar hasta 2007 en que todas esas almas afines se reencuentren y reconfronten en un octubre cinematográfico color sepia.