Faltas a la moral

Así declaró el zotaco de juez de la delegación Benito Juárez que trató el bizarro caso en el que nos vimos involucrados R. y yo después de ser sorprendidos en un auto propinandonos unos cariñosos besos en medio de la madrugada...¿qué hay de malo en eso, carajo? ¡Pinches policías, putos! como sus prejuicios machistas no les permiten besarse entre ellos por eso están a la caza de parejas que se prodiguen muestras de afecto bajo la luz de la luna ¡Chale!.

Esa noche de martes acudí a casa de R. mi ex, después de un desmadre que hice con la página de internet que tengo que actualizar de mi trabajo. Nos tardamos un rato en solucionarlo pero aun así quedó terminado. R. me dio un ride a mi casa alrededor de la medianoche y comenzamos a besarnos por un largo rato hasta que de pronto pasó una pinche patrulla. Un poli se bajó y nos deslumbró con su linterna a través de las ventanillas. Nosotros también salimos del carro, pero neta que no estaba nerviosa ni tenía miedo porque ya anteriormente nos habían agarrado a amigos y a mi andando pedos y siempre nos habían soltado. La última vez fue cuando los chicos "Prende" y yo nos pusimos a bailar en un parque durante una madrugada. Me cae que hubiese sido la envidia de Salvador cuyo sueño guajiro según el es que lo metan al bote, esa noche precisamente retó a un poli para que lo hiciera, pero no lo arrestó para su mala suerte.

Desafortunadamente esta vez fue la excepción, ni decir que soy periodista ni que trabajo en la Ibero me sirvieron...ni tampoco la mordida que le ofrecí al cuico, es que eran sólo 100 lanas que no le parecieron suficientes, ¡ay si, según el muy honrado!, ¡que se vaya a chingar a su madre! Ni pex, no le llegué al precio al cabrón.

Los pinchis cerdos no tuvieron piedad de nosotros y nos mandaron derechito a la delegación donde el juez nocturno se encargaría de procesarnos. Cuando R. y yo entramos tenía ganas de cagarme de la risa, me sentía en una historieta del Santos. Creía que se trataba de un mal sueño del que seguro despertaría más tarde, pero nel. ¡No mamen!, todo parecía tan inverosimil; se me ocurrió preguntarle a un güey que vi en la entrada si el era el juez, ¡es que lo hubieran visto! un sotaco bigotón ataviado de una playera del Pumas, hasta creí que ese pobre imbécil era el conserje. Yo que pensaba que esta gentuza tenía al menos un mínimo de formalidad, pero nanay, son más nacos que la chingada y pensar que estos se encargan de poner orden en la ciudad. Pero bueno, el tapón de alberca éste no se portó tan mala onda excepto porque me puse a hacerla de tos alegando nuestra inocencia y me dijo que conmigo no se podía a hablar mientras R. me miraba con cara de "callate el hocico".

Como saben, en casos como este tienes derecho a hacer una llamada, el desafortunado que la recibió de mi parte fue Tona, esperaba que me hiciera el paro con la fianza, se trataba de pagarla so pena de pasar un día encerrados. No hubiera estado tan mal, no habría ido a trabajar y me habría quedado comodamente dormida, pero pos el pedo es que como consecuencia tienes una tacha en tus antecedentes penales. El juez se llevó a R. a un lugar aparte, no sé que pasó o que se dijeron que unos minutos después nos soltó, ingenuamente creí que todo se había solucionado. Mientras salíamos R. exclamaba: "¡Pinche enanito, me tiró 1200 pesos!" Chaaaaleee. ¡1200 lanas por unos besitos! (ignoro si las putas cobran tanto, si alguién sabe que me diga por favor.)

Y pensar que hace un mes me encontraba declarando porque perdí mi carterita y ahora era yo la que tenía que rendirle cuentas a la ley. Chale. Me sentí como uno de esos criminales que están al acecho de chingarse a la gente en esta ciudad. Ya vi lo que sintió Paris Hilton que ni con limpiarse la cola con billetes de 100 dólares le funcionó para que no la mandaran al botiquín.

¡Malditos cerdos! Creo que ya no podré confiar en ninguno, mucho menos en la responsabilidad de su trabajo. Eso si, todo porque hice un desmadre con el programa "Dreamweaver" que no puedo dominar todavía...¿hay alguién que quiera instruirme? No vaya a ser que a la otra me encierren bajo la acusación de haberme embotado un pinche carrito de paletas.