domingo, enero 13, 2008

Crónicas infantiles


Cuando tendría unos 5 años viví uno de mis primeros traumas infantiles gracias a una anécdota de la cual he sido víctima del pitorreo de mi familia durante toda mi vida, en especial de mi abuelo paterno quien la recordó hasta el final de sus días.

Sucede que entre 1987 y 1989 estudié el kinder en el Colegio La Paz de Torreón, una escuela super católica de 100 años de edad comandada por la orden del Verbo Encarnado. Todavía recuerdo cuando era una escuincla y me puse a llorar porque mi mama y mi tía Bertha me abandonaron una mañana en un salón con un monton de chiquillos escolapios igual de chillones que yo. Todo transcurrió con normalidad los años siguientes, aprendí lo esencial de un kinder: números, colores, días de la semana y esas mamadas, son vagos recuerdos los que tengo pero de alguna manera siguen firmes en mi memoria. Dice mi mama que el motivo principal por el cual ingresé al kinder antes de tiempo fue para hacerle compañía a mi hermano mayor. Cuando los niños le buscaban pleito yo me peleaba con ellos para defenderlo, y que de ahí surgió mi carácter hiperactivo, vayan ustedes a saber...

Porsupuesto, lo que no podía faltar en esta escuelita eran las clases de religión, y es que mi madre siempre se preocupó por que nos las inculcaran desde pequeños, aunque por alguna razón yo fuí la que menos se sintió atraída de mis hermanos hacia estas prácticas. Quien comandaba la escuela era una monja llamada Sor Aurelia Zamudio Álvarez, no se que edad tenga pero según una revista que leí tiene 60 años profesando, así que échenle números.

Un buen día nos encargaron una tarea de valores cristianos, yo recuerdo que esa tarde-noche me puse a ver televisión y me dió una hueva asquerosa hacerla, entonces como no sabía escribir se me ocurrió garabatear mi cuaderno con un color verde de madera. Total que me valió madres lo que pasara y cual va siendo mi sorpresa que al día siguiente la tal Sor Aurelia me manda llamar a solas en un salón apartado. Se encabronó sobremanera por lo que había hecho y me regañó tan pero tan gacho que me hizo sentir verdaderamente culpable. Bueno, yo sólo tenía como 5 años y no tenía mucho uso de razón, siento que a la mentada monjita se le pasó la mano conmigo, no era para tanto. Después de esto le conté a mi mamá lo que pasó y le pedí que me sacara de la escuela porque ya no quería ver a esta anciana cascarrabias. Mucho tiempo después me enteré de su versión de los hechos: "que yo había roto el mentado libro de valores" lo cual negué.

La experiencia se convirtió en un chiste familiar perpetuo, hasta ahora que regresé a mi terruño natal, mi papá me lo recordó y no me molesta, pero ¡ah, como se acuerda de esas nimiedades! Dice que desde ahí comencé a tener pedos con la autoridad. Estando en mi ciudad leí una especie de directorio publicado por El Siglo de Torreón con un listado de "los laguneros más emprendedores y chingones" (eso lo escribí yo, conste) ¡y venía esta mujer incluida en un articulito llamado "Sor Aurelia, una vida entregada a la educación"! Chale. Dice que su misión es inculcar valores cristianos a los niños en tiempos de crisis familiar. No lo se, al menos en mi caso sólo me creó un momento tan absurdo como irrrisorio. Sad but true.

1 comentario:

Holden ArG dijo...

Anecdotas como esas me hacen darle gracias mi madre,que muy a pesar de que es creyente, siempre se negó a que mis hermanos y yo estudiaramos en escuelas religiosas, pues consideraba que no era benifico para nuestra educación ni su economia... benditas escuelas publicas

Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

              ACERCA DE LA CRÓNICA BICITEKA DE GEORGINA HIDALGO VIVAS                                                                     ...