"No sé lo que es el rock, por eso lo invento": Irmin Schmidt.
Miriam
Canales
La
historia de la banda alemana Can se escribe desde finales de los años sesenta
con una complicada clasificación en este mundo de etiquetas, más afín al rock
progresivo, el jazz y la
experimentación electrónica. Perteneciente a un movimiento germano llamado krautrock que hacía ruido en un Berlín separado. Otros grupos semejantes como
Cluster, Amon Düll, Tangerine Dream y Kraftwerk, entre muchos otros,
enarbolaban la bandera con una voz propia, distante de influencias británicas y
estadounidenses y del pop local (schlager).
Para
adentrarse un poco en su historia hay que sumergirse en discos como Tago Mago, Monster Movie y Future Days en
los que Irmin Schmdit (teclados),
Jaki Liebezeit (percusiones) y Holger Czukay (bajo) compartían un papel
comunitario sin un líder en particular y con una visión más equitativa como
grupo en la que ningún integrante ejercía mayor protagonismo que otro. Schmidt
en su faceta solista lanzó otros discos como Toy Planet, Musk at dusk y Axolotl
Eyes y ha contribuido para numerosas bandas sonoras de películas. Can nunca
gozó de gran éxito comercial y su vida se truncó en 1979, a diferencia de sus
contemporáneos Kraftwerk cuyas ambiciones los ha llevado a presentar conciertos
incluso en tercera dimensión, pero hoy en día es visto con un fuerte respeto, como
pioneros de la electrónica y precursor del new
wave.
A
40 años de distancia, Schmidt llega a México para presentar en la Fonoteca
Nacional una obra olvidada en los anaqueles de su estudio que titularon como The Lost Tapes (Spoon Records, 2012) que más que cintas perdidas representan años
de trabajo, maquetas inconclusas y sueltas que muestran una faceta desconocida hasta
el momento, no por ello, de menor calidad a sus álbumes oficiales, llenas de
espontaneidad y libre composición.
A
sus más de 60 años de edad, Irmin carece de la imagen estereotípica de un rockstar veterano: no cuenta con
tatuajes, piercings o melena que evidencien su condición como
tal. Nunca fue reconocido de esta manera. Al contrario, viste con ropa
sencilla, nada ostentosa y se muestra afable como un abuelo cuya vida ha
transitado por una Alemania-post guerra mundial y ejercido durante la década de
los 70 como una de las cabezas del krautrock,
respetada por otros artistas como Daniel Miller, Brian Eno, Iggy Pop y David
Bowie. Actualmente aún se dedica a la producción como músico solista, radica en
Francia desde hace tiempo y administra su propio sello llamado Spoon Records, encargado de difundir su
música y la de su banda antecesora.
Él
se define a sí mismo como un compositor antes que un consumidor musical: “Nosotros
en Can inventábamos todo de manera muy espontánea, no tenía una forma, se
creaba de una manera muy especial. Siempre en el momento donde hacía click y
crecía comoquiera que se defina la manera. Después de encontrar esta pila de
canciones nos dimos cuenta que sonaban muy diferente a la forma en que las
grabamos a como sonaban en vivo y me encantaba todo eso, era muy loco y
salvaje”.
¿Tú
crees en los mensajes políticos dentro de la música?
No
creo en eso porque es una forma en la que guías tu trabajo. Puede tener un
mensaje o no. La música es música en sí misma y puede tener un mensaje
político, que casi siempre es negativo. Si hay algo que construya al futuro
representa una responsabilidad y puede ir en contra el arte, el intelecto. El
mensaje es sólo un vestido.
Bueno,
tampoco las circunstancias sociales tampoco son las mismas a las que tú viviste
hace 40 años en Alemania.
Eso
sí es completamente diferente. La forma en que trabajábamos en el grupo nos
volvía iguales, no teníamos un líder, cada ingreso era equitativo
independientemente de cuanto ganáramos; teníamos las mismas regalías. Eso no
era político, era la forma en que vivíamos.
Sí,
porque muchas bandas tienen distintos salarios y unos integrantes más atención
que otros…
Eso
no existía para nosotros. La voz era un instrumento vocal más, no había un frontman o showman. Eso era como una declaración política, no un mensaje y
puede interpretarse como sea. La manera en que creábamos nuestra música era
independiente, no íbamos a estudios comerciales, ensayábamos y la poníamos en
una cinta; necesitábamos un año y medio para crear un disco. Trabajábamos mucho
tiempo en ello dentro de nuestro propio estudio, con nuestro propio productor y
era todo muy pobre y escaso: con tres micrófonos, pero éramos completamente independientes
y eso era lo más importante. Nadie nos decía lo que teníamos que hacer,
teníamos nuestro propio equipo que podíamos pagar. Nunca fuimos ostentosos.
Hay
un trecho en la manera en que creabas música con otros instrumentos por ese
entonces a como todo se hace ahora es a través de gadgets, apps, ipads…
Yo
tengo un ipad, pero no hago música con él.
Mucha
gente cree que sí puede ser músico usando sólo gadgets…
Es
una total ilusión que puedas hacer todo con la computadora y que eso te
convierta en un compositor. Yo creo que cada producción y cualquier tipo de
arte necesita dedicación, larga experiencia, pasión…
¿Talento?
Sí, pero por si sólo no es posible. Se
puede desarrollar el arte y para eso se requiere pasión y necesitas aprender a tocar
instrumentos en vez de usar solo apps
y pegar cosas.
¿Qué banda definirías que representa
la cultura alemana hoy en día?
No
creo que haya una banda que represente la cultura alemana. Es una cosa compleja
la cultura, cosa que ningún artista puede representar, es imposible, pero hay
un tipo de juicio que al que no me negaría. Estamos muy relacionados con
nuestros artistas y es muy ambicioso querer representar la cultura.
¿Escuchas
a alguna banda moderna actualmente?
No
soy un consumidor, soy un compositor. Como compositor no necesariamente escucho
pop o rock, escucho a muy pocos: puede ser música del siglo XV, de algún grupo
electrónico sueco o música japonesa antigua o africana, pero no tengo nada en
especial, depende en lo que esté trabajando. Escucho música cuando es parte de
mi trabajo, no tanto por entretenimiento.
Si
vives en Francia, ¿te gusta Daft Punk, por ejemplo?
Sí,
sí me gustan. Escucho muchas cosas europeas. No tengo una canción favorita de
nadie en particular que me haga escucharla 100 veces, cuando lo hago quiero adentrarme
en los secretos de ese pedazo de música y saber cómo diablos la hicieron, una
vez que lo encuentro suelo olvidar el nombre del compositor. No es arrogancia,
es sólo que no soy fan de nadie, admiro a muchos compositores, pero no
escucharía algo una y otra vez porque si no me enamoraría.
¿Tú
crees que aún haya futuro para el rock, o esperanza en él?
¡Oh,
claro, seguro!, ¿por qué no lo habría?
Porque
muchos críticos aseguran que ya está muerto desde hace años. ¿Estás de acuerdo
con esto?
Ellos
dicen saber lo que es el rock, pero yo no, y justo porque no lo sé lo invento y
trato de hacer un arte nuevo, pero no soy el único. Si hay otros que creen que
es el final tienen una idea muy limitada. Ellos podrían no ver ni entender
cosas totalmente nuevas. Hay arte en cosas nuevas y maravillosas.
Entonces
si hay arte en cosas nuevas y maravillosas ¿podrías mencionar un ejemplo?
No,
todo mundo debe encontrarlas dentro de sí mismo…
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