domingo, septiembre 28, 2014

"El Chatarral" un santuario natural

Publicado en la edición de septiembre de la revista Variopinto



Entre el acumulo fetichista y un afán ecológico permanece la casa de Jaime Jiménez, de 54 años de edad, conocido por algunos como “El chatarral”. Un santuario urbano de dos pisos creado por su imaginación y los objetos que ha recolectado durante más de 20 años: juguetes, máquinas de coser, maniquíes, computadoras, máscaras prehispánicas y hasta un viejo ropero y una rocola. Los habitantes de la zona y unos cuantos vendedores ambulantes saben su nombre, mientras que los forasteros que transitan a pie o en auto quedan sorprendidos ante la magnitud de piezas apiladas detrás de sus muros de alambre.
El Centro Histórico capitalino muestra dos caras opuestas: la “bonita”, restituida para turistas por iniciativa de Carlos Slim, rodeada de vigilancia, luz y calles remozadas. La otra: en dirección hacia Garibaldi, sucia, desprotegida y conocida por su sordidez. Con menor elegancia, pero a olor de barrio genuino. En ésta se encuentra una choza construida de artefactos domésticos, entre las calles de Allende y Perú, a unas pocas cuadras de la Arena Coliseo que atrae la mirada. En los interiores, el propietario conserva su consciencia ecológica mediante plantas y pequeños sembradíos que posee, como si fuese un invernadero oculto en medio del barullo citadino. Afuera circula la ruta más moderna del metrobus por lo cual, algunos paseantes se sintieron más confiados de recurrir hasta este punto céntrico.

“Yo me siento poderoso”

“Aquí es un verdadero lugar natural, te suelta el estrés. Tú no estás sentada en un patiecito cualquiera. Esto sí es natural y te hace sentir en un sitio donde has estado muchas veces, ¿pero esa sensación cuantos la tienen como tú?-Me pregunta- “Yo me siento poderoso con esto”. Jaime abre la puerta con desconfianza a quien escribe estas líneas y a la reportera gráfica después de ser el blanco de otros medios quienes han abordado su historia, desde revistas y diarios hasta canales de televisión internacionales. Jiménez permanece la mayor parte del tiempo resguardado, a veces recibe visitas personales como cuatro amigos suyos que se encuentran acompañándolo esa tarde junto a la presencia inerte de otro maniquí vestido de niño sentado en un tronco al que llama “Ojitos”.

Jiménez defiende su particular “modus vivendi”, contrastante con el ritmo vertiginoso del Centro Histórico y el ruido que escupen los autos y autobuses. Su rutina comienza desde las 5 de la mañana, hora en que se levanta para atender a sus mascotas, recoger la basura, desayunar y salir a buscar chácharas. Carece de teléfono, detesta los celulares y los gadgets, pero cuenta con electricidad y agua potable en su domicilio. “Prefiero tener más molcajetes y metates que una pantalla plana”. Dice vehemente.
Los fines de semana acude a la Universidad de Chapingo para estudiar un curso de temazcal y medicina alternativa. Su compañía diaria son un perro, una gallina africana sin nombre y el gallo “Mala suerte”, llamado así por sus desventuras en las peleas que lo dejaron herido y tuerto. En el mismo espacio, pero del lado opuesto de la casa, habita su ex mujer. Aunque todavía tiene una familia vive distanciado de ella desde tiempo atrás.

Ya estaba escrito para él

“Yo llegué aquí por el destino. Estuve en Tabasco hace casi 30 años; me fui diez años allá. El destino aquí me dejó y me gustó. Aquí te sientes como en la selva. Mi padre es de Chiapas”. Desde entonces, Jaime preserva su pasión por el sureste y la figura de María Sabina. Su labor la compra, venta e intercambio de cachivaches que conforman su colección. Otros individuos llegan directamente a ofrecérselos y mantiene una pequeña clientela cautiva. Dentro de sus restricciones no permite que le ofrezcan ninguno que sea robado. “Lo otro que quiero es que llene mi necesidad de reciclar; me volví reciclador nato”. De la misma manera, sólo prohíbe la entrada a “monosos y piedrosos”. Cualquiera puede acceder, a veces cobra una cuota voluntaria de 10 a 20 pesos. “Sólo si se ven bien los visitantes, es para comprar la comida de los pollos”. Enfatiza.

Usando su creatividad, cultiva pequeñas hortalizas y huertos y aprovecha los objetos que para otros son simple “basura” para elaborar algunas artesanías, como un peculiar mueble en forma de pene que durante un tiempo mostró en el exterior para provocar a los transeúntes: “El pene representa poderío, no era algo de cabuleo. Tener una verga así tiene poder pese a lo que piense mucha gente. No solo en la cultura mesoamericana creían eso. ¡Aquí hay poderío!”

Entre el acopio excesivo y la excentricidad fetichista, cuenta en su vasto acervo con verdaderas antigüedades. Jiménez cree en las vibras impregnadas en ellas: “Mira, los objetos me gustan por la necesidad de la gente; tienen su propia energía y a veces buscan a su propio dueño que ellos quieren. Hay cosas que ni sabes cómo llegaron a tus manos y ya le estás dando tu energía ahora. Aquí viene mucha gente a ofrecerme porque me conocen de años”. Lo que no vende por ningún motivo son sus máscaras de estilo prehispánico.

“¡Jaime!”- Como si los hubiera llamado directamente, suena un grito oportuno desde la puerta. Se trata de algunos de los clientes a los que se refiere. Dos hombres maduros rondan el domicilio y se interesan por unas máquinas de coser oxidadas. Su precio es de 700 pesos cada una y contestan que se darán una vuelta más tarde. A pesar de vivir apartado del estereotipo de una vivienda convencional, es una persona sociable. Tiene ideas y proyectos en mente con sus enseres como utilizar máscaras de vidrio: “Estoy trabajando eso con un amigo, pretendo hacer una galería de puro vidrio reciclado, pretendo armar una galería. Hay otras locuras que tengo en la cabeza”.

“El único amor verdadero es a la tierra”

¿Has pensado que va a ocurrir con todo esto si te llega a pasar algo?
Mmmm. Sí lo he pensado. Que debe permanecer así como está, espero dejarlo más verde, más bonito…
Otros visitantes famosos han tenido oportunidad de pisar esta casa, como la reportera Cristina Pacheco, un integrante de Café Tacuba y hasta la ex Miss Universo venezolana-metida a actriz de Televisa-Alicia Machado: “Ella llegó pidiendo permiso para una locación de una telenovela. Tenía que besar a no sé quién. ¡Se me hizo tan ridículo ver esa jalada! Yo creo que les gustó el verde (las plantas). ¡Todo por un beso! Muchos músicos me visitan también. No sé por qué…
¿Qué crees que sea lo que les atraiga?
“Hace un tiempo estuve armando fiestas pero creo que toqué bolsillos ajenos sin querer y tuve el aviso de que cambiara de giro y tranquilamente me volteé a otro rubro. Fue para no tener lío porque todos se pelean ahora. Por eso mi decisión de tener aquí un temazcal y seguir reciclando”. Jaime profesa un profundo amor hacia el medio ambiente. Dice disfrutar de la lluvia intensa y de los temblores cuando todos los objetos chocan y vibran…pero descree del amor de pareja.

¿Tú crees que sí hay amor aquí en la cuadra?
No creo, a lo mejor en la calle de República de Cuba. (Donde deambulan las prostitutas. Se ríe.) La gente es muy fría. Amar es una enfermedad que te hace ñoño. Puedes mejor amar a la tierra, ahí sí hay verdadero amor.
¿Hay amor en esta casa?-Me dirijo a los amigos que lo acompañan-
¡Pero apache!
¿Ustedes se aman?
(Voltean a verse) ¡Maso!…
‘¡Ai dos, dos! Ríen al unísono.
¿Tú qué opinas, “Ojitos”? Jaime ríe de nuevo y se dirige a su maniquí en forma de niño.

“Ojitos” tiene la última palabra sobre el amor…

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Discurso de Jaime López para presentar el libro "Crónica Biciteka" de Georgina Hidalgo. (Producciones El Salario del Miedo, 2021.) Lugar: Fonda El Convite. Fecha: 20 de octubre de 2021.

              ACERCA DE LA CRÓNICA BICITEKA DE GEORGINA HIDALGO VIVAS                                                                     ...