Hace un año leí “El guardián en el centeno” de JD Salinger. Me gustó conocer al niño rebelde que desprecia a todo y a todos y que cree que el mundo no lo merece, Holden Caulfield. Es una historia muy “emo”, sin maquillaje y pelos en la cara, en mi humilde punto de vista.
Holden se la pasa vagando por Nueva York huyendo de que sus padres no de dieran cuenta que lo habían expulsado por enésima vez de la escuela debido a su carácter rebelde y conflictivo; llama “phonies” a la gente que le parece petulante e hipócrita”, y entre sus recuerdos se expresa mal de sus compañeros de escuela, de las chavas, de la sociedad, de las personas que conoce fortuitamente; se va a patinar a Rockefeller Center y a deambular por Central Park sin perder la oportunidad de meterse a los bares a gastar el dinero de sus papás. Creo que en el fondo de mí yo también llevo un pequeño Holden Caulfield.
Mark David Chapman se inspiró en este libro para asesinar a John Lennon, al igual que él, se sentía incomprendido por el mundo, pensaba que la sociedad neoyorquina estaba repleta de “phonies”, vagaba por la ciudad y esperaba a su ídolo afuera del Edificio Dakota y...bueno, todos sabemos en que acabó la historia…
Nunca he sido fan de Woody Allen, pero entiendo la perspectiva tan sentimental que este lentejudo tiene por su querido Manhattan…hasta que se le ocurrió irse a filmar a Barcelona.
Frank Sinatra solía cantar la clásica “New York, New York”, después llegaron otras rolas como “No hay marcha en Nueva York” de Mecano, “New York” de U2, “I love New York” de Madonna y otras más por el estilo que le rindieron homenaje a la metrópoli por antonomasia…
Digan lo que digan, yo me siento admirada de un ataque terrorista sin precedentes como el del 11 de septiembre. ¿Cómo es que un Osama Bin Laden que parecía tan amigo de los Bush acabó perpetrando el atentado más inteligente y mejor pleanedo de la historia? Mis respetos para ese cabrón...
"El diablo guardián", del sobrevalorado Xavier Velasco, es la historia de una chavita que le roba 100, 000 dolares a sus jefes para introducirse en el orgiastico y bacanal mundo neoyorquino. Tengo un amigo que cuando leyó dijo acordarse de mí. (¡Chale!)
Si...en este momento estoy sintiéndome hasta la madre del trabajo...y lo único que deseo es sentarme en una banca del Central Park a darle de comer a las palomas (si es que hay con ese méndigo frío).
…pero eso será tema de un futuro post.
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