Una mañana

Cuando vi el reloj por última vez marcaban las 8 con 40 minutos. Me condujeron a un extraño lugar: frío, blancuzco, misterioso. Mi respiración se agitaba, mis piernas se estremecían, oía voces distantes. Cerré los ojos y no supe más de mí ni del mundo; unas luces que irradiaban sobre mi rostro fueron lo último que percibieron mis ojos....después oscuridad, silencio, calma.
Desperté nuevamente, no supe cuánto tiempo transcurrió. Oía las mismas voces distantes. La vista se me nublaba. No sabía donde me encontraba ni qué hacía ahí. Mi estado inconciente sólo me permitió sentir un leve cosquilleo en la nariz. En medio de mi desorientación una voz femenina se dirigió a mí. Dijo que todo había salido muy bien...